miércoles, 25 de febrero de 2009

"El psicoanalista esta en camino de reinventarse"


Entrevista otorgada el sábado 19 de enero de 2008 por Jacques-Alain Miller
al Diario Libération

«Replegarse sería mortal para el psicoanálisis»

por ÉRIC FAVEREAU
Diario: sábado 19 de enero de 2008

Jacques-Alain Miller. Yerno de Jacques Lacan. Personalidad muy controvertida, director del departamento de psicoanálisis de la universidad Paris-VIII, Jacques-Alain Miller, 63 años, creó en 1981 la Escuela de la Causa Freudiana. En 1992, fundó la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Bajo su autoridad se publican los textos de los seminarios de Jacques Lacan, a cuenta gotas, se lamentan algunos. Es también alguien que polemiza. A la cabeza de la lucha contra la enmienda Accoyer, que quería legislar sobre la psicoterapia, retoma el combate contra los cognitivistas, obsesionados con la evaluación.
Organiza en la Mutualité en Paria, el 9 y 10 de febrero, un "gran meeting para que viva el psicoanálisis", sobre el tema: ¿qué política de civilización?


Se habla nuevamente de la enmienda Accoyer, que busca enmarcar el uso del título de psicoterapeuta. Provocó la ira de todo el medio analítico. Vuelve pero bajo una forma atenuada. Y usted, vuelve a la guerra…


El asunto de la enmienda está cerrado. No hay ningún contencioso después que Bernard Accoyer renunció a su primer texto, que se arriesgaba a definir las diversas psicoterapias. Su preocupación por regular el uso del título de psicoterapeuta fue escuchado por el medio psi, que, desde hace pronto tres años, es parte interesada en la concertación sobre el decreto de aplicación. Por el contrario, sí, para mí el combate se ha vuelto permanente.

¿Pero qué combate?

Freud dia gnosticó hace mucho tiempo un « malestar en la civilización". Estamos mucho más allá: todo el mundo siente que la civilización occidental tiende a volverse francamente invivible. Esto suscita revueltas, una guerra civil, pero que respeta las formas del debate democrático.

¿Ciertamente, pero qué guerra ?

Hay una guerra ideológica que opone, por una parte, los cuantificadores, los cognitivistas (1), con su pretensión creciente de regentear la existencia humana en todos sus aspectos, y por otra parte, todos aquellos que no se inclinan ante la cuantificación en todas partes. El fanatismo de la cifra, no es la ciencia, es su mueca. No hace mucho, la administración, era aún burócratas a la Courteline. De ahora en más, la electrónica pone entre las manos de las burocracias occidentales un poder inmenso de almacenamiento y de tratamiento de la información. Se han embriagado con eso, perdieron el sentido común. Las más afectadas son las de la Unión europea, herederas de las monarquías. Van hacia la vigilancia generalizada, de la cuna a la tumba. Aspiran al control social total. Se prometen remodelar al hombre en lo que tiene de más profundo. No se trata ya solo de "gobernar los espíritus", como quería Guizot, ni incluso sugestionarlos con olas de propaganda masiva.
Nuestros amos están tan confundidos por el progreso inusitado de las bio y nanotecnologías que sueñan con manipular en directo el cerebro con implantes y electrodos. Hasta tanto se pueda hacer eso, ¿por qué no poner a punto una humanidad higiénica, desembarazada de una buena vez de lo que Freud llamaba la pulsión de muerte, una especie humana mejorada, transhumana? Quedamos reducidos a decirnos: !por fortuna existe el papa! Pues cuando los débiles mentales tienen el poder, el progreso científico engendra utopías autoritarias que son verdaderos delirios megalomaníacos. Esto fracasará sin remedio, pero hasta tanto produce estragos. No hay que dejar hacer, incluso si los clivajes nuevos que suscita esta desmesura no obedecen ya a la lógica izquierda derecha


¿Pero, en qué concierne al psicoanálisis esos clivajes, que es del orden del dominio privado?


Desde comienzos del siglo XXI, la burocracia decidió que la salud mental de los pueblos formaba parte de sus atribuciones. Invadió los dominios de la escucha, de las terapias por la palabra, se ocupó de remodelarlas del principio al fin. En la práctica, esto quiere decir: atacar al psicoanálisis. Tratar de eliminarlo en provecho de la técnicas de persuasión, las terapias cognitivo comportamentales, que pretenden que sus efectos son cifrables, por lo tanto científicos. Es la impostura del cognitivismo. El cognitivismo, es decir la creencia que el hombre es análogo a una máquina que trata la información.

En esta óptica, se trata de hacerle escupir cifras al alma. Se mide a cuanto más mejor, se cuenta todo y no importa qué; los comportamientos, las casillas marcadas de los cuestionarios, los movimientos del cuerpo, las secreciones, las neuronas, los colores de la resonancia magnética, etc. Sobre estos datos recogidos de este modo, se elucubra, se los homologa a otros tantos procesos mentales que son perfectamente fantasmáticos, se imaginan haber puesto la mano sobre el pensamiento. En resumen, se divaga, pero como está cifrado parece científico. Todo un cúmulo de metáforas infiltró de este modo el discurso corriente, a fuerza de producir y de manejar máquinas, al hombre contemporáneo le gusta imaginarse ser una de ellas.


¿Un ejemplo ?

Nos explican que estar enamorado, ocurre cuando nuestra serotonina baja a menos del 40 %. Esto se midió en cobayos que aseguran piensa en el ser amado al menos cuatro horas por día. ¿El amor loco? Hace subir la dopamina. Por lo tanto si usted tiene propensión al amor loco, se trata sin duda de que tiene una pequeña falta de ese lado. Por el contrario, si usted permanece con la misma persona, es porque su tasa de ocitocina, llamada la hormona del amor…En resumen, se retranscriben sus emociones en términos cuantitativos, y el juego está hecho. Esta cuantificación enloquecida, que es un puro simulacro del discurso científico, se extiende por todas partes. Constituye la felicidad de la administración, la justifica, la alimenta, la incita a recubrir todos los aspectos de la vida.

¿Todo debe arrojarse en el cognitivismo ?

!Oh sí ! Es una ideología que mimetiza las ciencias duras. Pero si se ha extendido tan ampliamente, es porque expresa algo muy profundo, una mutación ontológica, una transformación de nuestra relación con el ser. Hoy, no estamos seguros de que algo exista si ese algo no es cifrable. La cifra se ha vuelto la garantía del ser. El psicoanálisis también descasa sobre la cifra, pero en el sentido del mensaje cifrado. Explota las ambigüedades de la palabra. En este sentido está en el polo opuesto del cognitivismo, a este le es insoportable.

Usted señala igualmente que esta ideología de la cifra está en vías de imponerse en la universidad…


La evaluación hizo su entrada en la universidad hace veinte años, pero hay un salto cuantitativo con la Agencia de evaluación de la investigación y de la enseñanza superior (la AERES). Es muy reciente: fue creada por la ley del 18 de abril de 2006 e instalada el 21 de marzo. Desde 1985, los organismos encargados de la evaluación se han multiplicado, pero los universitarios e investigadores estaban representados en sus direcciones, y habían aprendido a vivir con ello. Se acabó. Todo ha desaparecido en provecho de una agencia única, "autoridad administrativa independiente" que cubre el territorio nacional. Actúa bajo la autoridad de un consejo bastante raro, el ministerio nombra a los miembros por decreto. Ningún miembro elegido. Del mismo modo, el "delegado" nacional, responsable de cada disciplina, no emana, de ningún modo, de la comunidad de los investigadores, es designado por el presidente de la agencia. El sistema fue concebido por el Pr Jean-Marc Monteil, eminente psicólogo social cognitivista. Está encargado de la misión del gabinete del Primer ministro, mientras que la Agencia es presidida por el Pr Jean François Dhainaut, especialista en biotecnología. Delegado nacional para la psicología: el Pr Michel Fayol, sucesor del Pr Monteil en la universidad de Clermont-Ferand, la única de esa talla donde la psicología clínica es rigurosamente amordazada desde hace años. El Pr. Monteil me explicó sin risa que era en razón de su incompetencia notoria en la materia. La Aeres es un monstruo burocrático hipercentralizado y particularmente opaco: nada que ver con América. Recuerda más bien a la difunta Unión Soviética.

¿Cuál es el objetivo ? ¿Expulsar al psicoanálisis de la universidad?

El objetivo es rentabilizar la investigación. El resultado será muy diferente. En nombre de la planificación total y de la objetividad perfecta, se ejerce el sadismo sobre los universitarios y los investigadores. Se expanden pasiones tristes – inquietud, pérdida de estima de sí, depresión -, al mismo tiempo que con una dulce voz dicen. "Por favor, no tengan miedo!" Y al mismo tiempo, Sarkozy promete hacer de las universidades lugares de efervescencia intelectual. Esta usina a gas se romperá la cara, por supuesto, pero será mejor que sea lo antes posible. Aparte de esto, no solo el psicoanálisis es insoportable para los cognitivistas, es el método clínico, porque apunta a lo singular, en tanto que ellos solo juran sobre la estadística. Tienen horror del sujeto, no conocen más que "al hombre sin cualidad", como decía Musil.
.

Pero siempre ha habido un combate entre los clínicos y los cognitivistas…

Desde siempre, los clínicos tenían a los estudiantes y los cognitivistas tenían los títulos unviersitario. Lo que cambió, es que hoy los cognitivistas, amparados en su posición administrativa, intentan erradicar a sus competidores. Y lo lograrán, salvo si la tutela política reconoce que la unidad de la psicología es de ahora en más un mito. Entonces, se pondrá de un lado al psicoanálisis, la psicología clínica y la psicopatología. Y del otro a la psicología experimental y cognitivista. Cada dominio con sus competencias propias. A falta de lo cual, el psicoanálisis desaparecerá muy rápido de la universidad. Es lo que le expliqué a Valérie Pécresse, invitado por ella, y es lo suficientemente inteligente como para no permanecer en la memoria como la Atila del psicoanálisis.

¿Está es psicoanálisis en estado de defenderse ?

«Vivamos felices, vivamos escondidos », esta era la divisa de los psicoanalistas. Esto no se sostiene más. Replegarse en su terreno sería mortal para el psicoanálisis, pues ya no tiene terreno, simplemente. En resumen, los psicoanalistas no podrían dispensarse de tomar parte del debate público.
Además existen las prácticas. Hay que innovar. Cada vez más practicantes analizados reciben a sus pacientes en las instituciones. El psicoanalista está en camino de reinventarse. Constatamos que pueden producirse efectos analíticos en otras partes y no solo en el consultorio privado. Hace cuatro años que la Escuela de la causa freudiana ha abierto un centro psicoanalítico de consulta y tratamientos, en el Xmo distrito de París, que recibe gratuitamente a todo el que llega. Esto se extendió como un reguero de pólvora: con iniciativas locales, otros diez centros se han abierto en Francia. Cuatro en España, y también en Italia. En vista de los resultados, los poderes públicos los sostienen cada vez más. Esto testimonia una sorprendente evolución de las mentalidades. Logra alcanzar lo que Freud quiso hacer, dispensarios gratuitos



Usted no habla de la amenaza de la psiquiatría biológica y del peso preponderante de los medicamentos…

El psicoanálisis no es la cientología. El recurso a los psicotrópicos no está proscrito por principio..

¿Que pensó usted de la campaña nacional sobre la depresión ?

Es Knock a la milésima potencia. Un discurso masificante que trata de penetrar en lo más profundo de cada uno, para remodelar el sentido de sus emociones más íntimas. La ministra de Salud debió darse cuenta de que algo no andaba porque dio su auspicio a un coloquio que organizo sobre el tema.

Dejemos a los cognitivistas. ¿Puede haber miradas de evaluación sobre las prácticas analíticas?

La cultura de la evaluación es un señuelo. Se apela a ella para cumplir bajas necesidades bajo la cubierta de la objetividad. Se hace como si el saber absoluto posara su dedo sobre usted y le indicara lo que usted vale: usted solo tiene que decir amén. En la práctica, la evaluación está siempre en manos de una claque que hace sus cuentas. Es un procedimiento de tipo soviético. Es la última resistencia a la ley del mercado.

¿Usted prefiere las reglas del mercado?

Si hubiera que elegir entre la evaluación y el mercado, preferiría aún el mercado. Para evaluar el departamento de psicoanálisis de París VIII, que es el líder mundial para el psicoanálisis de orientación lacaniana, nos envían algunos desdichados cognitivistas que, ellos, van a remolque de la psicología americana: nos toman por chiflados. Nosotros los consideramos nulos.

Le control o el pase,¿ no es sin embargo una forma de evaluación?

Una elucidación, no es una evaluación. No se trata de ubicar valores sobre una escala preestablecida, sino de volverse disponible para la sorpresa del acontecimiento singular. El psicoanálisis es algo a medida, no la confección en masa. Dicho esto, en psicoanálisis, se nos juzga todos los días por sus resultados, pero no por expertos: sino por los que lo utilizan, por el consumidor.

¿Como reaccionó usted a la grilla de evaluación de los ministros, sugerida por el presidente de la Republica?

Folklórica. Nadie lo toma en serio. Es para desembarazarse de los ministros perezosos o que dejaron de gustar. Siendo así, el sarlozysmo es un muy curioso voluntarismo, que oscila entre el estatismo y el liberalismo. Napoleón o Raymosn Aron, Sarkozy no eligió, y eso vira a la confusión. Los socialistas, eligieron. El PS fue fragmentado en bandas, todos sus expertos son hiper evaluacionistas. Se convirtió en el partido del "hombre sin cualidades", el portavoz de los altos funcionarios: "¿El interés general? Nos conoce, vamos a calculárselos" No es seguro que la izquierda pueda ahorrarse su disolución si quiere renacer un día.
.

(1) El congitivismo designa una corriente de investigación científica que sostiene la hipótesis de que el pensamiento es un proceso de tratamiento de la información
Traducción : Silvia Baudini (from eol-postal)
(From Libération)

martes, 17 de febrero de 2009

La adicción al MMORPG y sus implicaciones sociales y psicológicas


Los MMORPG's por sus siglas en inglés Massive Multiplayer Online Role Playing Game, toman su nombre de un estilo combinado entre los juegos de rol tradicionales y los juegos multijugador via red. Actualmente es uno de los sectores más prometedores de la industria del videojuego, y de la mano de la explosión del internet surgieron en la última decada trayendo consigo un nuevo modo de vivir la experiencia del video juego. Sin embargo los MMORPG's no son nada nuevo y sus orígenes se remontan a los 70's con los juegos de rol de texto y lápiz y papel como Dungeons & Dragons, una descripción más completa la pueden encontrar en http://es.wikipedia.org/wiki/MMORPG
Actualmente millones de jugadores alrededor del mundo se encuentran sumergidos en el universo de algun juego de rol en línea, tan solo en el juego "World of Warcraft" se registraban en 2008 cerca de 10 millones de jugadores suscritos, y en su totalidad los jugadores de MMORPG's se aproximan a la cantidad de 20 millones de usuarios registrados, cifra que crece a pasos agigantados cada año.

Se tiene la idea erronea de que la edad promedio del jugador se ubica en la adolescencia, idea que no puede estar más equivocada ya que como lo demuestra un estudio realizado por Nick Yee en su investigación llamada The Daedalus Project (http://www.nickyee.com/daedalus/) que realizó a 35,000 jugadores de MMORPG's, se encontraron los siguientes datos:
- La edad promedio del jugador de MMORPG's es de 26 años
- Solo el 25% de los jugadores son adolescentes
- Cerca del 50% tienen trabajos de tiempo completo en la vida real
- El 36% son casados
- El 22% tiene hijos
Lo que demuestra que la población es muy diversa, estudiantes, amas de casa, jubilados, etc.,y no se sustenta en el adolescente, y además se estima también que el 25% de la población total de jugadores son mujeres que además pueden dedicar el mismo tiempo de juego en promedio que los hombres (22 horas a la semana).
Pero ¿qué hace que el MMORPG sea tan especial y atractivo para el jugador? Llegando incluso a casos de adicción que perjudica la vida social del jugador (algunos juegan hasta 12 horas diarias) Bien, son varios los factores.
El primero de ellos y uno de los principales se enuentra en la posibilidad de crear un alter ego que pueda representar dentro del juego no su personalidad real, sino aquella que se encuentra dentro de su deseo, es decir el yo ideal inconsciente. La posibilidad de crear un personaje con características que el jugador no posee es fascinante: ser un guerrero mata dragones, un mago capaz de crear y lanzar hechizos devastadores o ser un malvado elfo oscuro del lado del mal. Las posibilidades de caracterizar ese yo ideal nutren la naturaleza narcisista del individuo, satisfaciendo su necesidad de omnipotencia, que aunque ciertamente el juego se vive en el plano de lo imaginario y lo simbólico, el jugador lo vive como si realmente se encontrara en su realidad.

La posibilidad de crear comunidades y relacionarse con otros es un factor desicivo para el jugador, los chats integrados y la interacción continua entre los jugadores llevan a crear la necesidad de buscar pertener a "guilds" que son asociaciones formadas por un grupo de jugadores, con un lider, que le proporcionan al jugador un sentido de pertenencia y cierto estatus dependiendo de la fama que el mismo guild posee.
Las relaciones entre jugadores dentro del juego pueden llegar a ser muy estrechas, en algunos juegos (casi en la mayoria) existe la posibilidad de contraer matrimonio entre dos personajes, lo que lleva este vínculo a fortalecer esa relación, esto sin siquiera saber la identidad real del personaje e inclusive si son o no del mismo género que el personaje representa, la necesidad de vivir esa "otra vida" con alguien más es más importante para el jugador, mientras más real sea la fantasía más se sumergirá el jugador.
Otro factor que es determinante en el grado de adicción que se puede llegar a presentar en el jugador es la necesidad de obtener items y recompensas que premien determinado trabajo y esfuerzo, el tiempo que se dedica a la recolección de estos items tiene que ver con la dificultad de la mision que se es encomendada, la dificultad del enemigo a vencer e incluso las muchas horas que el jugador debe esperar a que el "mob" o enemigo aparezca para poder cazarlo, y la culminación de dicha tarea creará en el jugador una satisfacción muy grande ya que además la reompensa al terminar la mision ya sea un arma, anillo, armadura un nuevo hechizo o item en particular, dará al jugador el reconocimiento de los demás y le ayudará a obtener respeto y estatus. Se podría considerar a este factor como el que determine el grado de adicción, ya que las personas que dedican las mayor parte del tiempo a obtener los items más valiosos son los que crearán una necesidad inconsciente de "tenerlo todo", mientras que auqellos que juegan solo de modo casual, por convivencia o diversión, no crearan un grado tan alto de adicción ni se volverán dependientes del sentimiento de poder que el personaje les ofrece, los primeros si.
Cerca del 50% de los jugadores confiesan ser adictos al juego, cuando intentan dejar el juego han fracasado e inclusive se muestran ansiosos o enojados cuando no pueden jugar. Muestran los mismos síntomas que una persona adicta a las apuestas, el alcohol o el cigarro, y aunque puedan hacer consciente la adicción se activa en ellos el mecanismo de la perversión que les otorga satisfacción al saber que aquello que les produce placer es algo "indebido" o malo. El aliviar el sentimiento de autoestima bajo que muchos jugadores poseen al proporcionarle tantas recompensas dentro del juego también influirá en la imposibilidad del jugador para dejar el juego, recordemos que es el yo ideal narcisista y ansioso de poder el que se encuentra representado en el personaje, la vida real difícilmente le podrá dar los estímulos positivos que en el juego encuentra.
El siguiente video ilustra desde un punto de vista humorístico como se vive un adicto al MMORPG, y aunque se encuentra exagerado debido a que busca provocar la risa se puede ver la concepción que el resto de la gente tiene de él, así es como el resto del mundo lo ve.

Sin embargo los MMORPG´s no son los culpables directos de un posible trastorno social por la adicción al juego, como ya he mencionado el origen tiene una base familiar. Las relaciones deficientes entre los padres y el hijo pueden desarrollar una personalidad neurótica en el niño que a la larga devendrá en autoestima baja y dificultades para relacionarse socialmente, es decir, los MMORPG´s ni ningun otro videojuego "generan" o "crean" trastornos sociales o psicológicos y, si bien es cierto, pueden ser un desencadenante de dichos trastornos también lo pueden ser un rompimiento con la novia, ver que atropellan a alguien, o ver que papá golpea a mamá.
Las bases para evitar un trastorno social por adicción al juego se basan en la construcción de cínculos afectivos de calidad con la gente que rodea al jugador, y desde la infancia los padres son los encargados de procurar que así sea, si el niño carece de afecto y cuidado durante su vida encontrará, en el mejor de los casos, en los MMORPG´s un escape a la realidad, en el peor de los casos, la el alcohol, la dorga o el suicido. Es preciso entender entonces que se trata de una responsabilidad conjunta entre padres y sociedad, que se encargan de descalificar a los MMORPG´s y otros juegos de video, para que el niño construya una personalidad sana y capaz de disfrutar este tipo de juegos sin caer en el exceso y la adicción.


domingo, 15 de febrero de 2009

Los videojuegos más allá del goce y del principio de autodestrucción



Nadie puede negar la importancia que han tomado los videojuegos desde hace un par de décadas y es que la "cultura del gamer" que se ha formado alededor ellos genera jugosas ganancias para las compañias encargadas de la creación de videojuegos, sumadas a la serie de artículos, juguetes, series animadas y un sin fin de mercadotecnia. Desde sus inicios los videojuegos han sido poco comprendidos por aquellos que son incapaces de entender, ante su frustración por sentirse excluidos, que son muchos los beneficios que en cuanto al desarrollo cognitivo y potencialización de la capacidad para la resolución de problemas, habilidades de percepción, reflexión y reflejos. Los hay incluso aquellos que ven a los videojuegos como una herramienta del demonio, y como ejemplo el siguiente video:

Este tipo de ideas irracionales en torno a los videojuegos complica el acercamiento de padres de familia y educadores para lograr sacar provecho de las ventajas que ofrece la interración con las consolas de video.
La idea de que todos los gamers pueden llegar a asesinar solo por jugar un juego de video esta completamente equivocada, ya que las perturbaciones de orden psicótico que pueden desencadenar en un acto de agresividad de cualquier tipo se originan en la relación que se establece durante la niñez con los padres y la capacidad de estos para establecer los vínculos y códigos de la intersubjetividad. La carencia de afecto, el abandono emocional y la violencia intrafamiliar son y serán siempre las causas reales de los trastornos psicopáticos. Más aún está comprobado que la psicósis y la esquizofrenia tienen un alto porcentaje de aparecer en un sujeto con un familiar que ha padecido o padece el mismo trastorno. Sin embargo se ha encontrado en los videojuegos un blanco fácil sobre el cual descargar las culpas de padres y educadores que no se encuentran preparados para aceptar que los videojuegos no son más que un desencadenante de los trastornos tal como lo puede ser la televisión y las péliculas. El origen se encuentra siempre en las relaciones afectivas deficientes entre padres-hijo.
Sin embargo ya existen investigadores que dedican su trabajo a detectar los beneficios del videojuego y sus posibles aplicaciones en el ámbito academico. Pero existe un nuevo momento en la era de los juegos de video que parece salir de lo que hasta ahora se había visto y que puede alterar los procesos psíquicos de la persona cuando seda un exceso en su práctica, me refiero a los MMORPG's de los cuales hablaré en un artículo posterior.

sábado, 14 de febrero de 2009

La frustración existencial en la posmodernidad como una necesidad en el hombre de retorno hacia lo humano (Pt III)



Tercera y última entrega de mi ensayo sobre frustración existencial. Comenten que les parecio.

Capítulo III. El sentido de vida y la frustración existencial en la posmodernidad

Los síntomas del nuevo sujeto posmoderno

No hay camino de regreso hacía la ingenuidad, se ha desplomado la escalera por la que la humanidad ha venido ascendiendo. (Novalis en Frankl, 2006)

El hombre por fin obtuvo su ansiada libertad, se liberó de las cadenas que lo ataron durante miles de años a las grandes instituciones que fungían como entes fundadores del sujeto en lo social. Tantos siglos de opresión al servicio de un sentido de vida que no nos pertenecía han quedado atrás, por fin podemos, en esta era posmoderna, llamarnos individuos con autonomía y libre pensamiento, apoyados en la democracia y el nuevo mundo capitalista. Se ha ganado tal vez la más grande de todas las batallas que pudo librar el hombre común, los beneficios de esta victoria son muchos y se pueden observar a simple vista.
Pero, ¿ha sido realmente esta libertad lo que el hombre esperaba?, para nuestra desgracia no lo es. Las consecuencias que la sociedad ha tenido que pagar ante esta liberación han sido muy graves y a medida que avanzan los años se vuelven más y más preocupantes.
Ahora lo que preocupa no es la falta de libertad, ya la obtuvimos, pero nadie nunca nos dijo que debíamos hacer con esa libertad, como manejarla, lo que preocupa ahora es la falta de responsabilidad. Al hacernos individuos autorreferenciales que no necesitan de las instituciones para reafirmarse, ya que ahora solo “es yo quien dice yo” (Benveniste en Dufour, 2002) y no estamos mas alienados a ningún gran Otro, la identidad cultural y social se han difuminado, la era de la indiferencia se hace cada vez más fuerte en cada pueblo del mundo occidental y esas consecuencias se pueden observar en la vida diaria y aún más importante, en las patologías que presentan los nuevos sujetos posmodernos.
Viktor Frankl ya en 1957 en una conferencia pronunciada en la universidad de Princeton (“Psicoterapia y existencialismo”, 2001) nos mostraba una visión de lo que estaba por llegar, detectó los rasgos característicos de una posmodernidad en sus albores, decía que el hombre de la sociedad posmoderna se caracterizaba por cuatro síntomas:
1.- Una actitud efímera ante la vida. El hombre vive hoy de un modo provisional olvidándose de planificar y organizar su vida en torno a un propósito definido.
2.-Una actitud fatalista ante la vida.
3.-Un pensamiento conformista o colectivista.
4.-El fanatismo. Niega la personalidad de los demás, ninguna opinión salvo la suya puede esperar ser atendida.
Sin embargo aún era muy pronto para prever la mutación de la que el hombre sería objeto en el transcurso de los años, y otros filósofos más actuales agregarían a esta concepción del hombre posmoderno otras características que se han ido desarrollando en estos años.

“¡Si al menos pudiera sentir algo!” (Lipovetsky, 1986), es el grito de ayuda del hombre posmoderno que hace eco en todas partes. Gilles Lipovetsky en “La era del vacío” en 1986 nos describe a este nuevo sujeto posmoderno que se presenta ya no como un neurótico freudiano lleno de culpa y angustia, sino a un narciso consumado que se vuelve solo hacía sí mismo, de manera tal que todo lo que se encuentra ajeno a su persona es completamente irrelevante.
No solo es narcisista en su naturaleza, sino que también se ha llenado de una indiferencia que no le permite ver más allá de su propia nariz: “El hombre indiferente no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones son susceptibles de modificaciones rápidas” (Lipovetsky, 1983)
La falta de compromiso con la comunidad o sociedad en la que vivimos es evidente, cada vez más en las sociedades occidentales, se presentan situaciones en las que la indiferencia juega un papel importante al momento de olvidarse de ayudar al prójimo como a sí mismo ya que se evita involucrarse en los problemas de los demás porque es un fastidio tener que pagar por lo que le pasa al otro, y así pasa la gente de largo ante situaciones en las que se necesita actuar y ayudar a aquel desconocido, la conducta prosocial se ha difuminado también. Claro ejemplo de esta indiferencia puede ser el caso de Catherine Kitty Genovese quien el 13 de marzo de 1964 fue asesinada afuera de su departamento en Nueva York, cuando fue atacada por el agresor, Kitty gritaba y pedía ayuda, mientras se movía apuñalada de una puerta a la otra, el asesino volvía una y otra vez hasta que la violó y le dio el golpe final. Todo ante la mirada de treinta y cinco vecinos que observaban por la ventana. Y se fueron a dormir, o a escribir cartas, o a tomar una cerveza, o a encender la televisión. Los gritos de Kitty no fueron respondidos por nadie. Se delegó la responsabilidad de hacer algo a los demás, para qué molestarse.
Este tipo de situaciones se repite cada vez más a menudo, siendo claros ejemplos de la indiferencia predominante en la sociedad posmoderna.
Pero el narcisismo y la indiferencia no serían los únicos síntomas por venir, aun quedarían muchos otros. Dany-Robert Dufour en “El arte de reducir cabezas” (2006), presenta una descripción más completa y actualizada de lo que significa ser posmoderno, habla de una desaparición evidente de las instituciones sobre las que se apoyaban las sociedades de la modernidad clásica y además se presenta la desacreditación de las ideologías y relatos soteriológicos que pretendían encontrarle al hombre un origen con referencia a una fuerza superior que le llevaría a la salvación eterna, además de:

[…]La desaparición de vanguardias, el progreso de la democracia, el desarrollo del individualismo, la disminución del rol del estado, la preeminencia progresiva de la mercancía por sobre cualquier otra consideración, el reinado del dinero, la transformación de la cultura en modas sucesiva, la demanda insaciable de perpetua salud plena, la desinstitucionalización de la familia. […] Todos esos rasgos deben entenderse como síntomas significativos de esta mutación actual. (Dufour, 2006)

Dufour menciona que a diferencia de la era moderna, en la posmodernidad ya no existe una sociedad que promueva la neurosis, sino que más bien, lo que promueve es la perversión y la psicosis.
La disminución de la figura del padre en los procesos que incluyen al sujeto a la sociedad tiene como consecuencia que todas aquellas figuras que representan esa ley o imagen paterna pierdan importancia, ya se trate de padres, instituciones, religión, maestros, etc. Por lo que el individuo actuará de acuerdo a sus propias convicciones y leyes, lo que se conoce como autonomía jurídica y que le permite al hombre actuar en pro de su derecho a la libertad.
Buscando solamente satisfacer sus propias necesidades, el hombre posmoderno también abusa de su derecho a la libertad de modo tal que encuentra en el capitalismo la mejor manera de enriquecerse y satisfacer cada una de sus necesidades sin importar sobre quien haya que pasar. Lacan ya había hablado de los problemas que el capitalismo traería consigo dentro de su propia naturaleza y de su incapacidad para sostenerse sobre sí mismo, en 1972 en una sesión inédita decía “El discurso capitalista es locamente astuto […], marcha sobre ruedas, no puede ir mejor. Pero, precisamente va demasiado rápido; se consuma. Se consuma tan bien que se consume” (Lacan en Dufour, 2006). Las implicaciones que lleva consigo una estructura social en donde el capitalismo es la manera en que se maneja la economía son muchas y muy graves, la facilidad con que se pueden utilizar las mentes de las personas como medios utilizados para el fin de los grandes empresarios lleva al hombre promedio a buscar en el mismo consumo masificado que ha impuesto el capitalismo, la salida a todas las frustraciones que surgen de la necesidad de tenerlo todo y que nunca podrá ser, aunque eso sea el ideal del yo que el capitalismo y su mercado han impuesto como paradigma.
Sin embargo, dice Kant en su segunda versión del imperativo categórico, “nadie debe ser considerado como medio para un fin” (Kant en Frankl, 2001), pero esto parece no importarle a las grandes cadenas multinacionales que obtienen enormes sumas de dinero de cada uno de los empleados que se somete a la necesidad de obtener los beneficios del mercado y el consumismo.
La era del consumismo masificado se ha instaurado en cada país occidental e incluso en los países orientales que pretenden convertirse en parte del codiciado primer mundo. El triunfo del capitalismo y la democracia por sobre los otros tipos de gobierno ha provocado una obsesión por parte del hombre posmoderno por poseer todo lo que el mercado le ofrece, siendo este último un especialista en proporcionarle al individuo satisfacción a cada una de las necesidades que el sujeto aún ni siquiera sabe que posee.

Sí el ser humano, tal como lo dice Frankl, esta siempre impulsado en una voluntad de sentido que le dé un para qué y le marque un camino hacia la felicidad luchando constantemente contra aquellas fuerzas que pretenden limitar la libertad del sujeto y con ella su sentido real de vida, ¿qué sucede con este sentido en la posmodernidad en donde la libertad ya es un derecho y el nuevo sujeto posmoderno ya se mueve en una sociedad aparentemente carente de límites?
El mercado y el capitalismo que vinieron a ocupar el lugar de las grandes instituciones, ya ausentes, también ocuparon el rol de proveedores de sentido, con una diferencia que marca la pauta de la nueva frustración existencial posmoderna: ahora se promueve la individualización y la huída hacía sí mismo. Ese error en la concepción del ser humano como autónomo deviene en la orientación del sentido de vida hacía el propio individuo, gracias a las modas y el consumismo del mercado que buscan que el individuo se considere libre para comprar todo lo que quiera, haciendo de esta práctica capitalista, una falsa imagen de lo que al hombre debe aspirar como ideal del yo, “el tener antes que el ser”.
Como lo indica Frankl, el ser humano jamás deberá orientar su sentido de vida hacía el mismo, para que se pueda considerar un sentido de vida real deberá estar siempre enfocado hacia el exterior, la felicidad vendrá solo como efecto de la búsqueda de ese sentido, nunca como un fin.
Pero el problema radica en que la posmodernidad busca precisamente lo contrario, que el sentido de vida se enfoque en contemplarse como alguien que debe tener todo lo que quiere, por sobre lo que sea o sobre quien sea, de modo tal que, a final de cuentas, el ser humano que busca su propio bienestar sobre los demás, en el momento en que busque a su interior cuál es su motivo para existir, solo encontrara el vacío.
Si esa búsqueda basada en el principio de placer que el individuo posmoderno sitúa sobre los objetos que el mercado ofrece se consuma, haciendo de ellos un atractivo y ficticio sentido de vida, llevará a una misión angustiosa e infinita por la búsqueda de aquel objeto, dentro de toda la mercancía que el mercado pone a mis pies, que llene mi existencia, pero nunca se encontrará. Pues como dice Freud la pulsión no tiene objeto, el placer nunca se saciará. “El sujeto, al haber buscado la satisfacción de su deseo en el objeto, descubre, dada la naturaleza de la pulsión, que tampoco era eso, que la falta que había suscitado el deseo aún persiste”. (Freud en Dufour, 2006)
Cuando el sujeto posmoderno se encuentra irremediablemente consigo mismo y se da cuenta que ha caído en el juego del capitalismo y el mercado, en su papel como artífices de falsos sentidos de vida, la frustración existencial emergerá con más fuerza en el ser humano. Cuando se da cuenta que aquello sobre lo que ha sostenido su existencia (sobre sí mismo y sobre la necesidad por tener más) realmente son ilusiones provocadas por la posmodernidad , estará de nuevo tan vacío en su narcisismo que surgirá de esa frustración existencial algunas de las nuevas enfermedades de la posmodernidad, representadas por la toxicomanía, la bulimia y la anorexia, como el escape más cercano de los embates de la frustración existencial. Estas nuevas formas de soportar la frustración existencial son cada vez más comunes, sobre todo en aquel sector en el que los individuos que lo integran se encuentran más frágiles ante los ataques de la posmodernidad, los jóvenes y adolescentes. Ante su incapacidad de poder poseer todo aquello que el mercado les ofrece, este segmento será el más castigado por la frustración existencial de modo que buscará alternativas, ante la falta de un sentido de vida y de una madurez emocional, con las cuales reemplazar aquello que no le es posible obtener. Así como puede ser presa de estas nuevas enfermedades de la posmodernidad también encontrará en la delincuencia y el pandillaje, excelentes opciones que servirán como aquel gran Otro que no existe más, ya que tampoco pueden cumplir con las expectativas que el mercado ha depositado sobre ellos.
Pero sea cual fuere la falsa salida que se ha tomado, la pregunta por el sentido de vida siempre retornará, una y otra vez, obligando al sujeto a preguntarse si lo que hace tiene algún sentido. Y al no haber respuesta dentro de sí y gracias a que las grandes instituciones fundadoras ya no tienen validez ni fuerza, la frustración existencial será causa de los problemas más grandes que el sujeto posmoderno encara, la indiferencia, la ausencia de responsabilidad y las muertes por suicidio que crecen cada vez más en los jóvenes, llegando incluso a ser éste último la segunda causa de muerte en México en adolescentes y jóvenes.

La necesidad en el hombre de retorno hacia lo humano (conclusiones)

Ser humano significa estar orientado hacia alguien o algo diferente de uno mismo.
Viktor Frankl

La crisis que viven actualmente las sociedades posmodernas en donde la inseguridad de un futuro próspero y la derrota de las grandes instituciones han traído como consecuencia el aumento de la frustración existencial parece un horizonte muy desolador. Es cierto que la situación no es sencilla, la individualización e indiferencia en la que el hombre se ha situado, y que deviene en un narcisismo consumado, empeora la situación, parece que ya nadie está dispuesto a escuchar que se encuentra equivocado, ya nada importa, sólo que lo que uno piensa, hay un fanatismo ideológico que ha deformado aquella meta que la psicología humanista se planteó en sus inicios.
Pero precisamente este momento de crisis es la oportunidad de rehacer al ser humano en toda la enormidad de su ser y su existencia, hemos ganado mucho recuperando una libertad de la que nos habían privado desde hace siglos, pero, la libertad es un privilegio que conlleva una gran responsabilidad, y el ser humano debe aprender que la indiferencia que muestra ante los demás solo nos llevará al fracaso como especie.
Estar en la era de la posmodernidad no significa directamente que todos seamos narcisistas, psicóticos, perversos o indiferentes ante lo que sucede, así como antes de la posmodernidad no todas las personas eran neuróticos o histéricos, pero estamos ante una sociedad que promueve la libertad sin límites a través de los medios de comunicación, que devalúa la moral y la disciplina, lo cual produce problemas tan graves como la delincuencia, el terrorismo y el suicidio.
En nuestro país, aun no hemos sido alcanzados del todo por la posmodernidad, al ser un país tercermundista aún nos encontramos rezagados en la carrera en la que nos llevan mucha ventaja países como Estados Unidos, Francia, o Inglaterra, pero se sigue el ejemplo de estas sociedades completamente posmodernas porque dependemos en gran parte de su poderío económico, a grado tal que se llegan a adoptar costumbres que no nos son propias y que se mimetizan con las nuestras. Sin embargo comenzamos ya a abrir los ojos, el presidente de México, Felipe Calderón, en la cumbre Iberoamericana de 2008 hacía hincapié en la situación que actualmente se vive en el país, “los jóvenes ya no creen en nada”, dijo ante la preocupación evidente del gobierno ante la indiferencia de este grupo tan vulnerable a los efectos de la posmodernidad y donde se deben replantear las metas que tenemos como sociedad.
La solución, desde mi punto de vista y mis propias experiencias dentro de este mundo posmoderno, se encuentra en retornar hacía aquello que nos hace propiamente humanos, a esa esencia que nos llevó de ser un animal como cualquier otro a reunirnos en pequeños grupos que sólo se preocupaban por el bien de cada uno de los miembros. Eso que nos da un sentido real de vida, aquello que Frankl atinadamente llama la autotrascendencia:
“Que el hombre sea sólo él mismo y, justamente, tanto más hombre será cuanto más que se olvide y se pase por alto, se deje a sí mismo atrás, al servicio de algo, de la consecución de su sentido, consagrándose a un deber o a otra persona, entonces será él mismo”. (Frankl, 2001)

Sólo procurando enfocarnos hacia las personas que nos rodean en cada cosa que hacemos podremos lograr un sentido de vida real, buscar ser responsables no solo con nosotros mismos, sino con la sociedad que nos abraza.
Todo ser humano tiene dentro de sí esa capacidad, no podemos realmente separarnos del otro, la posmodernidad intenta orillarnos a eso con el afán de que el consumismo y el capitalismo perduren, pero el sujeto posmoderno solo es “narcinista” (Dufour, 2006), necesita innegablemente de los demás para sobrevivir, pero requiere ir más allá de utilizar a los demás con el objetivo de lograr sus fines.
Pero innegablemente existe miedo de volver a confiar, hay mucho que perder, y ya no hay nadie que nos asegure que todo estará bien, no podemos permitirnos el volver a equivocarnos. Y la carrera bélica del presidente de E.U. George Bush ha sido una prueba más de que los discursos que llevan un trasfondo egoísta ya no son capaces de envolver al ser humano, ya no se pueden tolerar creer de nuevo en esas falsas ideologías.

Pero en nuestras manos se encuentra llegar a sanar las heridas que la humanidad aún tiene a flor de piel. Las psicoterapias actuales deben reformular sus teorías con el fin de adaptarlas a las nuevas problemáticas de la posmodernidad, y ayudar a crear conciencia para que el ser humano encuentre en la autotrascendencia el sentido de vida que le brinde a él y a los que le rodean el camino hacia la felicidad. La psicología no puede cerrarse ante los hechos que se presentan como grandes problemas en la posmodernidad, no se puede empeñar en tratarlos como casos aislados, debe re-armarse de nuevas herramientas con las que pueda comprender mejor lo que sucede. Viktor Frankl hacía énfasis en la necesidad de actualización constante de las psicoterapias cuando decía que: “Solo la psicoterapia rehumanizada puede comprender las huellas del tiempo, y solo ella puede hacerse cargo de las necesidades de nuestra época”. (Frankl, 1977)
Se debe creer en la capacidad del hombre para reorientar su sentido de vida y modificar su existencia, pues esa es una de las características de las que puede presumir el ser humano. Se debe poner mayor atención a la institución de donde ha partido todo, la familia, ya que ahí es donde se debe fomentar la autotrascendencia para que la persona pueda comprometerse con el bien social y para que los jóvenes, los más abandonados por el mundo posmoderno, puedan encontrar el respaldo necesario que le brinde las condiciones necesarias para lograr separarse de la idea errónea de los bienes materiales que ofrece el mercado como un todo que debemos poseer.
Debemos ir más allá de ver al sujeto posmoderno como un ser enfermo que necesita nuestra atención, creer en su capacidad para mejorar y transformarse, y con él a toda sociedad, en un modelo más eficaz y seguro, tal como dice la grandiosa frase de Goethe en donde las psicoterapias pueden encontrar una nueva visión del sujeto: “Cuando aceptamos al hombre tal como es, lo hacemos peor; cuando lo aceptamos como si ya fuera lo que debería ser, le ayudamos a serlo” (Goethe en Frankl, 2001)
Hay mucho por hacer y la necesidad en el hombre por encontrar sus sentido de vida es cada vez mayor, debemos tomar la oportunidad de trasformar al sujeto posmoderno en un ser humano consciente de que sin duda nos necesitamos unos a otros, de que las cosas tienen que cambiar por un futuro mejor, y que hay en toda persona y en toda sociedad, una necesidad por un sentido de vida diferente y por un retorno en el hombre hacia lo más humano: la autotrascendencia.



Referencias bibliográficas

- Dufour, Dany-Robert. “El arte de reducir cabezas” 2006. Ed. Paidós. Buenos Aires

- Dufour, Dany-Robert. “Locura y democracia”. 2002. Ed. Fondo de Cultura. México

- Frankl, Viktor E. “Ante el vacío existencial” 1997, Ed. Herder. Barcelona

- Frankl, Viktor E. “El hombre en busca de sentido”. 1991. Ed. Herder. Barcelona

- Frankl, Viktor E. “En el principio era el sentido”. 2006. Ed. Paidós. México.

- Frankl, Viktor E. “Psicoterapia y existencialismo”. 2001. Ed. Herder. Barcelona

- Lipovetsky, Guilles. “La era del vacío”. 2005. Ed. Anagramas. Barcelona.

- Rousseau, Jean-Jacques. “El contrato social”. 1762.


Neotenia: génesis de la transferencia en el sujeto


Desde que Freud se avanzaba en sus investigaciones y a medida que se aventuraba con paso firme en los oscuros dominios del inconsciente se iba encontrando con muchos de los conceptos que hoy en día son esenciales para entender la estructura de la psique humana. Cuando se encontró de frente con el fenómeno de la transferencia temió que en ella se encontrará uno de los más grandes obstáculos para encontrar el camino hacia la cura, sin embargo, esa visión cambió radicalmente a favor del análisis. Sin embargo, el enfoque que se le ha dado difícilmente se aventura a salir de los procesos del análisis. A pesar de esto las relaciones de orden transferencial que se presentan en el sujeto son bastas y no de menor importancia que la que se establece con el analista.
Estudiar la transferencia desde la perspectiva de la neotenia no es un tema muy profundizado por el psicoanálisis ni por la psicología, no se pretende decir que nunca se haya tratado pues Lacan se sirvió de este mismo concepto para teorizar el estadio del espejo que seria una de sus más importantes contribuciones. Por lo tanto situar al hombre como un animal neoteno nos permite entender más sobre la necesidad de la raza por servirse de la transferencia así como también comprender más a fondo el enfoque de la constitución del sujeto en la neurosis. Si el hombre es un animal lanzado al mundo de manera prematura, será necesario el cuidado de la madre hasta que obtenga la maduración biológica para sobrevivir, este cuidado minucioso y prolongado desemboca en un detenimiento del desarrollo biológico, inevitablemente a costa de una perdida de la identidad biológica que nos caracterizaría como especie en un lugar de la naturaleza.
Ilusoriamente el hombre cree dominar el mundo, esta ilusión, creada por si mismo es el resultado con que el ser humano se ha encontrado por separarse de su posición original en la naturaleza, posición que cualquiera desconoce. La invención de una segunda naturaleza correspondiente a la psíquica actúa como una barrera invisible entre la raza humana y los demás animales que habitan este mundo, sin embargo esta barrera invisible actúa como un no saber, un desconocimiento de nuestra originalidad como raza. Esto viene a representar una confusión que como es sabido, no se puede separar mente y cuerpo, yo y ello, pulsión e instinto, cuya consecuencia adentra al hombre en la ilusión de su ser. Esta segunda naturaleza es todo lo que puede verse y puede hablarse, el hombre esta encapsulado en ella cuyo escape es ya inevitable.
Es a través de esa memoria que se le imprime al sujeto desde el momento en el que nace, prematuro e incompleto, que surge la necesidad de recopilar todos los atributos y características de las que se carece, precisamente, es mediante las relaciones transferenciales que se busca absorber todas esas habilidades que el otro si posee. El hombre neoteno instintivamente necesita sobrevivir, para ello se sirve de la transferencia, las bases de la existencia las tiene el otro, el semejante lo que es más parecido a él y que también se ha servido de las mismas bases para coexistir. El saber lo tiene el otro cuya semejanza da confianza y de su impariedad resulta la agresividad.
El hombre se vuelve así un animal solitario carente de identidad biológica, cuyo hueco deja en el ser una búsqueda interminable de completad que nunca alcanza por el hecho de que busca en el lugar equivocado, en el mundo del lenguaje. Este mundo instaura al hombre como sujeto, por el hecho de que se cuelga de el para construir y dar forma a la forma virtual de su vida.
Saberse un ser carente e incompleto no solo se traduce en buscar relacionarse con aquellos objetos que representan una figura de poder y completud, sino que también envuelve al sujeto en una necesidad constante de demostrar a los demás que él tiene características superiores y que buscará cada momento posible para este fin. Competencia constante en cada aspecto de la vida diaria que puede tener como punto de origen el complejo de Edipo en el que el neoteno se da cuenta que la competencia con padre es de hecho una empresa cercana a lo imposible, debido a las diferencias abismales entre lo que neotene no posee y todo aquello de lo que el padre hace gala, características de una independencia y poder absolutos que el neoteno envidia, ya que él en su incapacidad siquiera de valerse por si mismo, en una humillante comparación con el padre, terminara desistiendo en su empresa.
No solo eso, sino que un complejo inherente a toda la humanidad se verá también reflejado en la necesidad constante de demostrar que somos superiores al resto de las especies que habitan sobre la tierra, presumiendo de habilidades que han surgido de la desesperación de ser incapaces de sobrevivir con solo las habilidades biológicas como las demás especies, con precarios intentos de adaptarse al medio, como lo hacen las demás especies, han tenido que desarrollar tecnología que adapte al medio a sus necesidades. Han utilizado también la religión como un medio para aliviar su ansiedad al saberse seres incompletos, la idea de un dios que ha creado al ser humano como la máxima expresión del poder que posee, como en la religión católica, deja sin lugar a dudas al ser humano por encima de las demás creaciones inferiores, por lo que la transferencia que se da hacia ese Otro que es la religión es uno de los ejemplos más notables de la búsqueda constante en la que se encuentra el ser humano por encontrar “aquello” de lo que carecen.


CARTAS PARA LA SOBREVIVENCIA

Ubicar a la neotenia como origen y punto de partida de la transferencia en el sujeto nos lleva a un análisis de la obra de Dany Robert Dufour “Lettres sur la natura humaine à l’usage des survivants” (Paris, 1999) sus teorías sobre la neotenia sirven para justificar la idea del humano como un ser de esencia prematura basada en características biológicas y ontogénicas, pero es a partir de el estudio de estas cartas que Dufour escribe sobre la neotenia, desde una perspectiva filosófica que describe la repercusión que tiene el estado neoteno en el ser humano en su vida anímica, la relación estrecha que existe entre las características neoténicas en el sujeto y la invariable necesidad de búsqueda en el otro de aquellas características que le son ajenas ,y utiliza como medio para este fin a la transferencia.

La incompletud del sujeto

Refiriéndose al hombre en su constitución biológica Dufour (1999), se utiliza a sí mismo para describir una serie de características que le son propias a toda la humanidad en donde menciona: “salí demasiado pronto, prematuro, ni hecho ni por hacer, tan poco acabado que habría debido fallecer, sin dejar huella.” Basado en la observación de primates, en los que su desarrollo y características animales son las que más se asemejan al hombre, Dufour nos muestra la inmadurez biológica que posee el hombre, pues este es lanzado al mundo cuando aun no es apto para sobrevivir por sí solo, características tales como particularidades fisiológicas, capacidad motriz, carencia de habilidades para proveerse por sí mismo de alimento y un pobre desarrollo sexual. El hombre tarda mucho tiempo en afinar estas características para lograr sobrevivir por sí solo ya que está condenado a mantener una total dependencia con la madre hasta ya muy avanzada su existencia.
Basándose en los escritos del biólogo Bolk, sobre la neotenia en el hombre Dufour menciona “(...) el maravilloso acto de haberse erguido y haber contemplado las cosas desde lo alto gracias a esta posición dinámica erecta que me orgullece tanto a mi como a mis congéneres, verás que esta verticalidad esencial que me hizo mirar al sol y las estrellas es simplemente un carácter consecutivo de la fetalización” (Dufour, 1999). El trabajo de Louis Bolk, menciona que el hecho de que el ser humano se mantenga en pie no se debe a un carácter consecutivo de evolución, sino por el hecho de que éste mantiene su estado fetal a lo largo de su vida a consecuencia de un estancado desarrollo que vuelve mas lento el desarrollo biológico a corto plazo. Bolk menciona “el retardo del desarrollo tiene como consecuencia que dos generaciones consecutivas permanezcan juntas por mucho mas tiempo” (Dufour, 1999), consecuencia que llevó al ser humano a atenerse en su condición actual y escribe lacan que “el inacabamiento orgánico se suple con una experiencia decisiva de naturaleza psíquica, en el proceso de formación del individuo” (Dufour, 1999), de esta manera el carácter biológico del hombre, al verse detenido en su desarrollo, provoca una sustitución imaginativa o simbólica en su lugar, acto que lleva al hombre a vivir en un mundo de irrealidad o ficción, una segunda naturaleza se construye, una segunda naturaleza que sustituya a la primera, la cultura.
El ser humano bajo la necesidad de categorizar entre lo que se es en sí y lo que no es él, se ha llamado a sí hombre y categoriza como animal lo que le es diferente, pero en estos dos existen algunas características particulares. Dufour describe al animal como un ser que concentra toda su fuerza e instinto en el momento crucial: “toda su existencia se moviliza en el instante. Nunca es cogido en falta y de hecho, si lo fuera por medio segundo, allí dejaría sus plumas o su pellejo. Habita totalmente el instante. Sabe plenamente utilizar su equipo en el momento crucial.” (Dufour, 1999). Nunca es cogido por sorpresa por la naturaleza, sabe lo que tiene que hacer y utiliza toda su destreza y atención en hacerlo en el preciso momento.

El animal es finito, finalizado, sabe lo que tiene que hacer, donde y como hacerlo y cuando tiene cita con su objeto, presa o partenaire. Esta absolutamente presente en el espacio tiempo del encuentro (…) integralmente presente en el presente inmediato del instante. (Dufour, 1999)

El hombre, a diferencia del animal, su existencia esta basada en las experiencias pasadas o en las expectativas del futuro, su concentración no permanece en el presente.

Heme entonces neotene, perteneciente a una especie que se constituyó a partir de una subramificación, incapaz de llegar nunca al estado adulto. Ojo, soy muy bueno para fracasar: en mi, los rasgos normalmente transitorios del carácter juvenil se han vuelto definitivos. Por tanto, no soy solo un ser juvenil, sino un ser juvenil que ha llegado a ser capaz de transmitir esos caracteres de juventud normalmente transitorios. (Dufour, 1999)

Cabe destacar que Dufour concibe al hombre como un ser con una enorme capacidad para el fracaso. Entendemos entonces que el ser humano, en su historia, ha fracasado en su intento de adaptarse de manera natural a su entorno, incapaz de sobrevivir del modo en que el resto de los animales lo hacen, tiene como única salida construir un entorno artificial en el cual su inmadurez se oculta. Por esto, el ser humano es de naturaleza fracasante, así pues, él mismo entiende que la perfección es algo que se encuentra distante de sí mismo y recurre a las relaciones transferenciales para absorber de los demás todo aquello que no le pertenece.
También destaca la capacidad del ser humano como un ser juvenil que es capaz de transmitir esos caracteres juveniles, es decir, hereda a sus descendientes una mediocridad adaptativa, les enseña a aceptar su condición de incompletos por un lado y por el otro les muestra que su única salvación para que el ser humano no desaparezca es la creación de cultura. ¿De que depende el anclaje del ser humano como una especie neotene?
Bolk (1950) menciona que “el retardo del desarrollo tiene como consecuencia que dos generaciones consecutivas permanezcan juntas mucho mas tiempo.” Es decir, en la especie humana es necesario, después del nacimiento, permanecer al lado de la madre durante más tiempo del necesario, mientras que una cría de ciervo puede caminar desde que es expulsado del vientre materno y esto le da la capacidad de ser independiente en un alto grado, en el ser humano es necesario que el menor dependa de sus padres por muchos años, ya que, además de la dependencia biológica en los humanos, se ha creado una dependencia social, misma que incrementa el tiempo que se debe permanecer al lado de los padres para poder lograr la tan ansiada independencia, esto depende de cada cultura, pero en nuestra cultura occidental el mínimo de tiempo aceptado para que un menor abandone a su familia va de los diez y ocho hasta los veintiún años. Pero, a pesar de que pudiera existir una separación física de los padres, existe una dependencia aun mayor que la biológica y la social, se trata de la dependencia psíquica del ser humano, Se demuestra entonces como el ser humano ira cargando con una dependencia psíquica heredada por sus padres, cada acto que realice en su vida será un reflejo de aquellas experiencias vividas bajo el seno materno, creando los padres en el menor, en sus etapas mas tempranas, una dependencia que acudirá a él a manera de transferencia. Sin embargo el ser humano al encontrarse desprovisto de aquellas características propias de los padres y con una visible inmadurez biológica, se da a la tarea de sofocar su desarrollo orgánico creando en su génesis colectiva un paradigma que hace creer a toda la especie que en realidad son seres de perfecta concepción y de naturaleza superior al resto de las especies.
Podríamos pensar que el hombre, en determinado momento de su historia, detuvo el proceso evolutivo natural de las especies debido a que encontró en la cultura la manera de superar aquella inmadurez que le posee, y que gracias a los beneficios que le da su cultura recién construida, aparta entonces la vista de la evolución orgánica, para dar paso a la creación de tecnología que le facilita pensarse como la especie dominante. Sin embargo, permanece en su inconsciente, aquella necesidad nunca satisfecha de seguir evolucionando para llegar a ser capaz de sobrevivir a una naturaleza que le exige separarse de su preciada cultura, esta necesidad acarrea deseos desconocidos que difícilmente pueden ser satisfechos, crea vacios que deben llenarse con todo aquello a lo que los humanos pueden aspirar, amor, poder, y a todo aquello a lo que quiere pero no puede llegar, inmortalidad, dios.


Génesis de la transferencia

Es así que fue necesaria la instauración de una segunda naturaleza, una segunda que le convierte en alfa y omega, en principio y fin y en lo que nunca se es, una segunda naturaleza que es regida por la primera y no escapa. Desde un principio el hombre se ha servido de otro ente a lo que su consideración indica que tiene aspectos que se pueden copiar para garantizar la sobrevivencia: “no, no fue con mis cualidades que supe enfrentarme al animal. Fui utilizando las suyas (…) lo que utilizo contra el animal son sus propios signos para confundirlo en su territorio (Dufour, 1999).
Esta aseveración es crucial para entender la relación que existe en la neotenia con la transferencia. Acorralado en su incapacidad, en su falta de habilidades físicas para lograr proveerse de la naturaleza como el resto de los animales, el ser humano se ve en la necesidad de copiar y reproducir las estrategias de las demás especies, habilidades y características que le son ajenas. Es así como el ser humano llega a transferir lo que necesita y que se encuentra ahí en las demás especies.
Dufour analiza similitudes en las culturas que dan cuenta de esta alternativa a la que se ve obligado a recurrir, en la que debe absorber al otro para poder suplir su falta y su incompletud,

“Esta práctica de incorporación puede observarse en todos los pueblos de la tierra. Me como en el otro lo que amo de él. (…) En tanto neotene solo puedo devorar los codiciados rasgos del otro. Cuando se está débil, hay que comer exactamente aquello que se quiere ser, es decir, lo que más se respeta y de lo que uno está desprovisto para absorber su potencia” (Dufour, 1999)

¿No es así entonces como opera la transferencia en la misticidad de sus adentros? No es acaso la figura del padre, la madre o una figura representante, aquella que ante los ojos ingenuos del neotene posee todas las características de un ser completo y que a través de una identificación con esta figura se fija en el propósito de verse completo como aquél. Acaso el sujeto no incorpora para sí las características que le son ajenas e indiferentes, y construye, a lo largo de su existencia, relaciones transferenciales en una repetición que delimita su necesidad de devorar lo que encuentre a su paso, tratando de llenar ese vacio al que le obliga su incompletud biológica, relaciones la pareja, con los pares y con la figura del analista, le atraen como abeja a la miel, sabe que en ellos se encuentra aquello de lo que el ha sido desprovisto, despojado desde el principio de los tiempos, impasivo ante la magnificidad de las demás especies, no le queda más que contemplar lo que cada vez le queda más lejano, más impropio.

Por que si me hubiera quedado hombre, me habría quedado neotene, incapaz de habitar el instante por ser no finito, no finalizado, por no tener ningún lugar a donde ir, ninguna cita con ningún objetivo del mundo, por no habitar en ninguna parte. (Dufour, 1999)

La transferencia entonces encuentra sus orígenes en la neotenia, como un desencadenante que activa en el ser humano una búsqueda frenética por encontrar en el otro (y en el Otro) cada una de las finas piezas que han sido robadas del gran rompecabezas en que se encuentra atrapado, atrapado por destino en una inmadurez constante y sin salida, ha encontrado sostén en una segunda naturaleza, que habita y gobierna, en donde se protege de la amenazante naturaleza y es una ideal trampa para atraer a sus presas, utilizando como carnada sus afectos de transferencia.
En palabras del mismo Dufour:

Y cuando se está desprovisto totalmente, hay que comerlo todo, y es así como se llega a ser omnívoro, es decir, un ser dotado de una omivoracidad para todos los rasgos de potencia que no tiene. Si fui un gran cazador de jaguares fue entonces para llegar a ser jaguar yo mismo. (Dufour, 1999)

La analogía que Dufour hace del cazador de jaguares encaja perfectamente con la experiencia transferencial, si se quiere ser un humano completo se deben cazar todas las relaciones con una figura de poder que brinden al neotene un jugoso manjar que irá completando poco a poco su ser, y suplirá esa carencia física por una mimetización con aquello que se quiere ser, conformado en su psique por aquello que se devoró y que será, hasta la muerte, un clisé que orillará a una búsqueda repetida de características idénticas en esencia, aunque se trate de presas diferentes.

El lenguaje del neotene

Es necesario ahora examinar la importancia del lenguaje en la construcción del sujeto neotene, ya que al igual que la cultura surge a partir de el estado inacabado en que el ser humano se encuentra, el lenguaje se forma con el mismo fin, proteger al neotene de la naturaleza.
El hombre no habita el tiempo actual, él se ha convertido en una anticipación del futuro y un recuerdo del pasado, sin embargo la necesidad de hablar sobre lo que le aconteció y lo que le está por suceder hizo necesaria la creación de un lenguaje que le permitiera esta comunicación, este lenguaje tiene la característica peculiar de hablar de las cosas cuando están ausentes en una forma de representaciones simbólicas que remitan a un objeto o situación en particular, tal como lo menciona Dufour “el lenguaje es aquello gracias a lo cual las cosas ausentes pueden traerse al presente, es decir re-presentarse.”(Dufour, 1999), es mediante el lenguaje que el hombre no habita el tiempo en el instante, pues la función de este es representar las cosas ausentes donde el hombre refiere siempre a cosas que han pasado y sucederán en algún momento, es el lenguaje el que introducirá en la percepción, un disfraz del deseo, pues el deseo esta representado en el lenguaje. En este caso podemos referir que fue mediante la neotenia que el hombre puede referir un lenguaje que tiene como función llenar la falta, exiliándose el hombre mismo de la naturaleza primordial e inventando una naturaleza virtual en función de sus carencias.

Es ahí donde ahora habito, ya no en el territorio natural, sino en el territorio de los signos que los neotenes no dejan de modular, de encadenar y de intercambiar entre ellos (…) la especie neoténica, compuesta como tal por seres inacabados e incapaces de habitar el verdadero mundo, se creó pues un segundo mundo, sustitutivo gracias al lenguaje. (Dofuor, 1999).

Por lo tanto es el lenguaje el que nos convierte en sujetos, es el lenguaje quien disfraza los deseos y nos los muestra imperceptibles para la conciencia, es el lenguaje quien hace hablar al hombre de lo que no es, menciona Dufour “siempre tengo que presentarme en el transcurso mismo de las representaciones que doy. Hablo con la obligación de tenerme que mostrar que soy el sujeto de la representación, de la ficción o del espejismo que creo.” (Dufour, 1999),
Para convertirse una persona en sujeto tiene que ser atravesado por un orden de situaciones que lo lleven a eso, es verdad que desde el momento del nacimiento se esta instaurado en el mundo del lenguaje pero esto no es suficiente, tiene que existir una ley que nos obligue a utilizar de forma concisa el lenguaje bajo un orden que nos enmascara una falta y que el discurso rodeara dicha falta por el hecho de que no se puede acceder a ella.

Por Ruiz-Bautista

viernes, 13 de febrero de 2009

La frustración existencial en la posmodernidad como una necesidad en el hombre de retorno hacia lo humano (Pt II)


Aquí le dejo la segunda entrega de mi ensayo. Ojala les guste, dejen sus comentarios, críticas y dudas.

Capítulo II. El sentido de vida dado por las instituciones fundadoras de la historia del hombre

La frustración existencial

El ser humano, como ya se ha mencionado, tiene como tendencia natural no sólo el buscar el placer y la satisfacción de las necesidades, sino que dentro de sí deberá existir una razón para vivir, lo que Frankl ha llamado sentido de vida, y que toma un rol importante en la persona, ya que si la persona se detiene a contemplar su existencia y no encuentra una razón para la cual esté realizando lo que hace puede sentir que ya no vale la pena vivir. A este sentimiento de falta de sentido en la vida Frankl le ha denominado frustración existencial, vacío existencial ó complejo de vacuidad. Durante este trabajo se tomará el termino frustración existencial sobre los otros dos términos, ya que considero que es el concepto que mejor determina el estado en el que se encuentra la persona que no tiene un sentido de vida, siendo la principal característica del sujeto un sentimiento de frustración constante que le invade a cada momento y en cada actividad que realiza. Aunque cabe aclarar que el término más conocido y utilizado por los logoterapeutas es el de vacío existencial.
La frustración existencial es un elemento resultante de la industrialización, debido a que la modernización del trabajo y la implementación de maquinaria que haga más rápido y más fácil el trabajo del hombre traen por consecuencia que la persona tenga más tiempo libre, y son estos ratos de ocio y falta de actividad en los cuales se llega a sentir aburrimiento, aburrimiento por su vida o por su rutina también, en donde lo que hace no le satisface porque no le encuentra un sentido, todo es mecánico, repetitivo e infructuoso. Las personas que están frustradas existencialmente no saben cómo o con qué llenar este tiempo libre, se refugian en el alcohol, las drogas o la televisión.
El hombre que es presa de la frustración existencial, al no saber cómo encontrar un camino que le lleve a salir de su aletargamiento emocional no sabe realmente qué es lo que quiere hacer y se dejará llevar fácilmente por aquello que los demás quieren que haga, sucumbiendo así por completo al conformismo. Los medios masivos de comunicación, así como el mercado, juegan aquí un papel fundamental en la creación de sentidos de vida artificiales que el sujeto toma como suyos sin que estos le pertenezcan, todo lo que tape ese hueco existencial es bienvenido por aquellos que son presas de la frustración existencial.
El ser humano también tiende a confundir, gracias a las prioridades que equivocadamente marcan las sociedades posmodernas, el sentido de vida con el éxito, con la riqueza o el poder. Sin embargo, como Frankl lo menciona, la existencia de las personas se empobrece si se identifica con éstos aspectos, “la falta de éxito no significa la falta de sentido”, ya que la misma experiencia humana puede mostrar que los fracasos que son bien asumidos son fuente de crecimiento humano, de aprendizaje y constituyen verdaderos triunfos en el interior mismo de la persona, gracias a la libertad de actitud que cada persona decide mostrar ante estos tropiezos.
La frustración existencial es de naturaleza patógena y podría llevar a la persona a caer, como ya se mencionó, en un tipo de neurosis conocida como neurosis noógena, que encuentra su base en la dimensión noética o espiritual de la persona, en donde no se encuentra un para qué vivir, hay un sentimiento de vacío y de falta de dirección en la vida y que puede traer como síntomas la depresión y tendencias al suicidio.
Frankl mencionaba que se debe tomar en cuenta que solo cerca del veinte por ciento de las neurosis están relacionadas con la pérdida de sentido, él decía que “el hecho de que hoy la gente identifique de forma tan general la logoterapia con la psicoterapia orientada hacia el sentido es, sin duda, un síntoma de nuestro tiempo, del estado de enfermedad del espíritu de la época” (Frankl, 1982).

El sentido de vida artificial

¿Cuándo es que surge la idea de una frustración existencial en el hombre? O más aún ¿a raíz de qué surgen las corrientes humanistas que llevan a reformular la concepción de la existencia del ser humano y, a fin de cuentas, a cuestionar el sentido de la existencia? Ubicar estas interrogantes en un contexto histórico podría remitirnos a los trabajos de la fenomenología de Husserl (de la cual la logoterapia ha heredado gran parte de sus ideas), y los pensadores fundamentales del existencialismo como tal Heidegger, Jaspers y Sartre en el siglo XX. Dentro de las ideas que el existencialismo planteaba, buscando dar al ser humano un nuevo rumbo, está la que defiende la idea de que no existe un poder trascendental que lo determine todo, implicando así la idea de que el individuo es libre y totalmente responsable de sus actos, incitando la creación de una ética individual apartada de cualquier sistema de creencias ajena a él, poniendo las bases a su vez para la creación de las corrientes humanistas.
Sin embargo, si se analiza el contexto social en el que se desarrollaron todas las ideas que irían a parar en la llegada de las corrientes humanistas podemos darnos cuenta que el detonante para que se buscara modificar la concepción del individuo se cimentó en los acontecimientos que dieron lugar al holocausto.
Hasta antes de la segunda guerra mundial el ser humano probablemente no había tenido la necesidad de preguntarse cuál era el sentido de su vida, o en el peor de los casos no se le tenía permitido hacerlo. Este privilegio, tanto la pregunta como las respuestas que dieran al hombre un sentido a su vida, se le habían otorgado de manera exclusiva a las grandes instituciones que introducen al ser humano dentro de lo social a las que Lacan llamaría el gran Otro. Ese Otro al que me referiré al hablar de las instituciones que representan lo social y que fundan al individuo dentro de la sociedad, que a su vez le asientan las reglas con las que debe conducirse en su diario vivir, y que Lacan llama en sus teorías el nombre o la ley del padre, debido a la analogía que hace entre la importancia de la figura paterna como creadora de ley para el sujeto y la necesidad de que esto se lleve a cabo con éxito para que el sujeto se adentre en lo social de una manera adecuada.
Estas grandes instituciones se encargaron de proporcionar al hombre una razón para vivir, desde el Rey, la Iglesia, o el Proletariado, el sujeto siempre se encontraba, al momento de definir su existencia, en una relación directa que lo determinaba como parte alienada de ese Otro, y que le permitía en gran medida olvidarse de los cuestionamientos acerca de lo que para él tenía sentido en la vida, puesto que el sentido lo imponía la misma cultura. Conocida como servidumbre voluntaria gracias a Rousseau, esta manera de vivir en la que los sujetos se sometían al otro bajo su resguardo, les daba una identidad, de modo tal que la manera en la que se definían como personas era exclusivamente en la referencia directa hacia ese Otro que les gobernaba.
Sin embargo, a pesar de que el ser humano se encontraba ya con un sentido dado luchaba constantemente con la necesidad de liberarse de ese Otro, de emanciparse y romper con las ataduras que tanto tiempo le llevaron a vivir como neuróticos freudianos, llenos de sentimientos de culpa por querer eliminar a esa figura de poder (la imagen del padre en Lacan) que limitaba su capacidad de ser completamente libres en toda su esencia. Ya Rousseau lo decía en el siglo XVIII “todos los hombres son libres por naturaleza, pero en todos lados se encuentran encadenados” (Rousseau, 1762), esta concepción sobre el ser humano estaba a punto de cambiar.
El último de los grandes relatos en la historia que utilizara en su discurso la ontogénesis del hombre de modo que estuviera vinculado a un gran Otro fue durante la cúspide del gobierno nazi en Alemania. Adolf Hitler y su nacional socialismo introdujeron en la razón del sujeto la idea de que cada uno de los seres humanos sobre la tierra obtenía un determinado valor dependiendo de la raza a la que perteneciera, pues la concepción de las razas arias solo consideraba a los hombres como puros si su raza no se había mezclado con alguna otra raza, si se era impuro no se era digno de considerarse persona. Tal desvarío tuvo un impacto tan profundo en la gente de distintos países que siguieron sin pensar al tercer Reich en la preparación de una guerra, que no solo dividió al mundo en dos grandes bloques que luchaban por imponer su ideología sobre lo que para ellos era considerado como ser-humano, sino que llevo a la más grande masacre jamás conocida por el mundo moderno, y que acabo con la vida de millones de judíos en los campos de concentración, en los hornos crematorios, cámaras de gases, fusilados o muertos de inanición. Y más aún, la marca que dejó en las personas la facilidad con la que se tomó la decisión de detonar la bomba atómica sobre Japón, como se podía acabar con pueblos enteros en cuestión de segundos, el hombre nunca había visto nada similar en toda su historia.
A partir de entonces todo cambió. La manera en la que el sujeto se había venido comportando en su paso por el mundo y la concepción que tenía de sí mismo y del Otro se modificaron radicalmente. Algo muy dentro de las personas en todos los rincones del mundo se rompió, ninguno de los grandes relatos fundadores del ser humano podría ya confortar el sentimiento de impotencia y repulsión que la humanidad sentía por sí misma y por aquel Otro al que se había venido sometiendo. El hombre no estaba dispuesto ya a permitir que su vida siguiera siendo manipulada por las grandes instituciones, que utilizando falsas promesas e ideales dispusieran de las vidas y los pensamientos de las personas, era la gota que derramara el vaso, las grandes heridas que sufriera la humanidad a lo largo de su historia por fin le cobrarían factura: batallas por la conquista de nuevas tierras, por la emancipación del yugo de reyes tiranos, la barbarie de la inquisición, las santas cruzadas, el oscurantismo medieval y las dos grandes guerras mundiales, cómo poder soportar ese peso sobre los hombros.
Ya el hombre era incapaz de creer en nada, todo gran Otro perdió no solo su valor sino también la confianza de aquellos que durante tantos siglos habían renunciado a su condición libre para que pudieran brindarles un sentido en la vida que guiara cada una de sus acciones. Por fin el hombre había roto con esas cadenas que le ataban, de una vez por todas decidió terminar con las falsas ilusiones que todo gran Otro le procuraba, adiós a los grandes relatos, lo que llegaba ahora era la liberación de toda atadura, la individualización del hombre posmoderno. La individualización que nos habla de ese proceso de ensimismamiento que actualmente sufre la humanidad, término que ha sido extraído de las obras de Dany-Robert Dufour y que el francés Guilles Lipovetsky explica como un proceso de personalización en su libro “La era del vacío”

Génesis de la posmodernidad

Dios ha muerto, el Rey ha muerto, el Pueblo ha muerto […] nosotros los matamos a todos, nos liberamos de la servidumbre voluntaria: pero ahora hemos quedado solos, vivimos irremediablemente solos con nosotros mismos. (Dufour, 2002)

El sueño que tanto tiempo había anhelado el ser humano se había realizado por fin, esa necesidad de liberarse de todo aquello que intentará determinarnos estaba siendo satisfecha, ahora podíamos empezar a reconstruir un ser humano nuevo y mejorado, sin ataduras ni limitaciones, el único límite era uno mismo. Así se iniciaba la carrera del hombre posmoderno a finales de la segunda guerra mundial en 1946, las corrientes ideológicas que buscaban re-humanizar el mundo de una manera urgente comenzaban a fluir como grandes mares que lo cubren todo. Ahora ya el hombre había comprendido que esperar que alguien le buscara un sentido de vida, sea Dios, el estado, la familia o cualquier gran Otro que existiera, no había rendido los frutos que se esperaban, no habían respondido de manera adecuada a esas promesas de una vida armoniosa y pacífica donde todos pudieran coexistir, le habían defraudado en lo más profundo de su ser.
Grandes corrientes de la psicología humanista lideradas por Rogers, Maslow, Jaspers, Pearls y otros grandes pensadores, ayudaban al hombre a tratar de buscar una nueva vida en la cual la libertad humana era la máxime primordial, Frankl encontró aquí su aparición triunfal, publicando su libro “El hombre en busca de sentido”, que hablara también de esa libertad inherente a todo hombre y por la cual se debería luchar y exigir que se le respetara. El camino hacia la libertad del ser humano se había comenzado ya, la individualización del hombre comenzaba a cocinarse en las llamas de una humanidad ansiosa por probar las mieles de la emancipación. Conocida también como Proceso de Personalización por Guilles Lipovetsky, esta individualización del hombre, instaura la mutación que sufrió la vida de las personas y su afán de desligarse de toda atadura. Él escribía en 1986 en “La era del vacío” que “el proceso de personalización corresponde a la fractura de la socialización disciplinaria, a una sociedad flexible basada en la información y estimulación de las necesidades, el sexo y la exaltación de los “factores humanos” en el culto a lo natural, cordialidad y sentido del humor”. La figura de poder que había representado la imagen paterna en su forma de gran Otro y del otro también se encontraba en camino de volverse más y más pequeño y de perder su autoridad a manos de una necesidad de libertad. Este era momento de que el hombre se preocupara solo por sí mismo, por el aquí y el ahora y por procurar conseguir la felicidad de la manera más sencilla en el menor tiempo posible, esa era la necesidad de aquella humanidad de los años 40’s y 50’s.
El “derecho a la libertad” hacía eco en cada rincón de la tierra. Ya entrados los años sesenta los movimientos obreros, estudiantiles, feministas entre otros, exigían este derecho, era así como esta batalla se empezaba a ganar frente a un Otro completamente desmoronado, incapaz de dar pelea. Es así como se entraba de lleno a la posmodernidad, con un individuo que no cree más en nada ni en nadie, solo se puede confiar en sí mismo, en mi libertad, en mi existencia aquí y en disfrutar el ahora.
Pero para entonces, ya se encontraba latente el germen de aquello que vendría a saldar cuentas como cobro ante el privilegio de obtener nuestra libertad, escondido dentro del capitalismo y la democracia se estaba preparando ese Otro prefabricado que aprovecharía la oportunidad para ocupar el espacio dejado por los derrotados, el consumismo, como arma más poderosa del mercado globalizado, se encargaría de dotar a este nuevo individuo de un sentido de vida que a la larga sería un precio muy caro por pagar como deuda de la liberación humana.

La muerte de Dios posmoderna



"Dios ha muerto, el Rey ha muerto, el Pueblo ha muerto[...] nosotros los matamos a todos, [...] ahora hemos quedado solos, vivimos irremediablemente solos con nosotros mismos" (Dufour, 1996)
Con esta frase dio inicio el primer acercamiento que tuve con el filósofo francés Dany-Robert Dufour, causó un impacto muy profundo en mi leer sobre el reverso de su obra "Locura y democracia" ese parrafo tan revelador. ¿Cómo no pude darme cuenta antes que ésto era lo que yo habia venido buscando?. Y es que en los textos de Dufour había encontrado aquellas ideas que vagaban dispersas de una manera latente en mi interior, y devoré entonces aquella obra que mostraba el camino que mis trabajor tomarían posteriormente.
He sido gratamente influenciado por sus ideas acerca del nuevo sujeto posmoderno y sus ideas de un nuevo Gran Otro, que complementaria después con lecturas de el resto de sus obras.
Quiero presentarles hoy la entrevista que le fue realizada en México a Dufour como una forma de mostrarles el por qué de mi admiración por sus trabajos, y como entrada a discusiones que posteriormente ire publicando sobre sus ideas y algunos trabajos de mi autoría en los que han participado sus ideas y teorías como parte fundamental. Espero lleven conmigo la lectura del siguiente artículo a una discusión sobre las ideas que ahí se plasman y compartan sus críticas y dudas sobre la idea que Dufour tiene de el nuevos sujeto posmoderno autorreferencial. Que lo disfruten.



La muerte de Dios postmoderna

Angélica M. Aguado y José J. Paulín
entrevista con Dany-Robert Dufour




Dany-Robert Dufour, considerado como uno de los pensadores europeos más importantes, es doctor en filosofía, profesor de estética, educación y filosofía del lenguaje en la Universidad de París VIII. Ha publicado, entre otros libros, Les mystères de la trinité (novela, Gallimard, Paris, 1990), Les instants décomposés (Julliard, Paris,1993) y Locura y democracia (Fondo de Cultura Económica, México, 2002). Esta entrevista fue realizada durante los trabajos académicos que organizó la maestría en psicología clínica de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Querétaro, en octubre de 2005.


–Sabemos que usted está de acuerdo con una de las tesis de quien fuera su maestro, Jean-François Lyotard, acerca de que la humanidad habría entrado en una nueva edad de la historia: la postmodernidad. A grandes rasgos, ¿qué es exactamente lo que caracteriza a esta etapa?

–La postmodernidad se caracteriza, según Jean-François Lyotard, por el fin de los grandes relatos de emancipación de la humanidad que fueron elaborados durante la modernidad, la cual funcionó en torno a ciertos ideales, por ejemplo el acceso a la razón y al criticismo y la emancipación social. Tomen como ejemplo el marxismo y la salvación social –prometida de alguna manera con referencia al pueblo–, y el acceso a ciertas "fuerzas oscuras" (pienso ahora en Nietzche o en Freud, que decían que en cuanto accediéramos a ellas nos íbamos a liberar). Entonces, los que sufren frente a la postmodernidad serían esos grandes relatos, ya que ésta pondría fin a esas esperanzas y a esos ideales. Así que la postmodernidad dice globalmente que ya no seremos salvados ni por Dios, ni por el proletariado, ni por ningún ideal de emancipación. Esta teoría fue enunciada a finales de los setenta por Jean-François Lyotard, y la característica histórica interesante es que unos años más tarde –de manera casi simultánea–, llegó la ola neo o ultraliberal. Entonces creo que hay una enorme relación entre la postmodernidad y el neoliberalismo o el ultraliberalismo, que se ha difundido en el mundo con la globalización. Y lo que ha sido anotado desde un punto de vista cultural bajo el nombre de postmodernidad tiene que ser puesto en relación con lo que sucede a nivel económico y político, y lo que está sucediendo está afectando a todas las grandes economías humanas clásicas, por supuesto la economía mercantil, la economía política, la economía simbólica y la economía psíquica. El hecho de que ya no existan grandes referentes en torno a los cuales organizarnos, modifica considerablemente la situación de las grandes economías humanas.

–¿Cuál sería la diferencia entre neoliberal y ultraliberal?

–Neoliberal quiere decir literalmente "nuevo liberalismo". Ahora bien, creo que no es un "nuevo" liberalismo; sólo hay un liberalismo llevado hasta sus últimas consecuencias, un liberalismo que fue enunciado hacia 1768 por primera vez por Adam Smith, y que se presenta como la posibilidad para los individuos de entregarse a la ganancia máxima y seguir todos sus cálculos egoístas; que decía que "podían hacer" sin ningún límite, sin ninguna vergüenza, porque de todas maneras existía una Providencia que iba a transfigurar los vicios privados en virtudes públicas, es decir, en riqueza colectiva. Es este régimen, simplemente llevado hasta sus últimas consecuencias, el que vemos aparecer en el mundo, sobre todo a partir de 1980 con Margaret Thatcher, en Inglaterra, y con Ronald Reagan, en Estados Unidos, y que implica la destrucción de todas las formas de regulación (políticas, simbólicas). O sea que es el mismo liberalismo que fue enunciado hace dos siglos el que vemos ahora, pero con una potencia total que ha logardo hacer desaparecer todas las otras características modernas de las cuales hacíamos mención antes; la posibilidad de una regulación a través de lo político y la posibilidad de que nuestras acciones estén referidas a cierta cantidad de ideales, esto es lo que desapareció. El lema del ultraliberalismo es "dejar hacer" y "sin límites", lo cual tiene consecuencias psíquicas importantes.

–¿Cuáles serían esas consecuencias psíquicas para el que, a todas luces, parece ser un neo sujeto?

–En la época moderna teníamos un sujeto doblemente definido: estaba definido por el ideal crítico kantiano que apareció alrededor de 1800, y estaba definido también por la condición subjetiva de este sujeto moderno caracterizada por la neurosis. ¿Y qué es el sujeto freudiano? Es un sujeto que no puede hacer todo, y sobre todo no puede hacer una cosa, lo único que de hecho quisiera hacer desde que es niño: casarse con su mamá. Entonces se ve obligado a renunciar (está marcado por la renuncia), tiene que estar de acuerdo con una substracción de goce, que se traducirá en beneficio de lo colectivo. Esto es lo que Freud llamó la "civilización" (por cierto que la "marcha de la civilización" era un tema que le importaba mucho). Yo creo que el sujeto postmoderno, o lo que ustedes llamaron "nuevo sujeto", es un sujeto que ya no está marcado por la necesidad de esta substracción; es un sujeto que debe poder obtener todo lo que quiere en función de lo que Adam Smith llamó la maximización de las ganancias. A partir de entonces es un sujeto que se presenta con una nueva característica, la de ser un ser sin límites, y por lo tanto entra en otra economía psíquica distinta a la del ser humano moderno que se ve obligado a renunciar a una parte para que lo demás funcione.

–En su libro, On achève bien les hommes. De quelques conséquences actuelles et futures de la mort de Dieu publicado en Francia, (Denoël, 2005), usted analiza algunas consecuencias actuales y futuras de la muerte de Dios. ¿Cuál es entonces el lugar de Dios en esta postmodernidad.

–Me están haciendo una pregunta muy interesante porque, de hecho, los grandes relatos de salvación de la modernidad han muerto en la postmodernidad. Así que podríamos decir que Dios ha muerto, pero este vacío trascendente de Dios fue reemplazado por la nueva Providencia que mencioné hace rato, que es la Providencia del mercado. Es el mercado el que se presenta como un nuevo dios: potencia, omnipotencia; podría hacer todo, regular todo. Así que estamos ante una especie de nuevo dios. El problema es que este nuevo dios no cumple sus promesas –sus promesas divinas, puedo decirlo así. ¿Por qué? Porque el mercado es una simple red de intercambios, un ámbito donde se puede intercambiar todo, todo lo que es mercantilizable en el mundo; de hecho todo se vuelve susceptible de ello, incluso el derecho a contaminar. Como ustedes lo saben, uno compra el derecho a contaminar, o puede comprar niños, u órganos, o se pueden adquirir derechos sobre lo vivo. Así que en esta red todo es intercambiable. La organización trascendente o trascendental de antes, con la presencia de los antiguos dioses, ya no funciona en la postmodernidad. Entonces esto deja a los individuos de la postmodernidad con preguntas muy graves a las cuales este nuevo dios no responde. Por eso me parece que observamos una especie de retorno de lo religioso, pero es algo parareligioso, son nuevas religiones; pienso, por ejemplo, en el neoevangelismo, en el fundamentalismo, en los integrismos (en todo lo que llegó con la nueva elección norteamericana), que se presentan como "suplementos de alma" (cuando uno no se siente muy bien, un "suplemento de alma" es lo que aporta una especie de consuelo). Entonces, ante el mercado que deja a los individuos frente al tormento de su origen, si podemos decirlo así, vemos la presencia o la aparición de nuevas formas religiosas extremas, y entonces parecería que en el mundo actual el lema, la fórmula que está apareciendo es la siguiente: mercado para asuntos serios y parareligión para los neuróticos, para aquellos que continúan y persisten en eso de ser neurótico. Y con respecto a esto, lo que sería interesante considerar también son los dioses premodernos. Pienso, por ejemplo, en el islamismo, que se refiere a formas que no aceptan el mercado, por eso no es una casualidad que el 11 de septiembre sea el mismo símbolo del comercio mundial, es decir, que el World Trade Center sea el que haya sido destruido. Aquí estamos ante una lucha entre dioses premodernos y el dios postmoderno del mercado; es una lucha a muerte.

–Háblenos sobre la teoría de la neotenia y la creación de estos dioses.

–Bueno, en efecto trabajo desde hace algún tiempo sobre las cuestiones de la neotenia. La neotenia me parece una teoría muy importante que nos permite volver a pensar las relaciones naturaleza-cultura y contemplar desde un enfoque nuevo todos los grandes asuntos humanos, es decir, el lenguaje, el pensamiento, el arte, el psiquismo, todos estos grandes asuntos importantes y difíciles. La neotenia se presenta como una teoría científica que dice que el hombre es un animal de nacimiento prematuro, que nace inacabado en su naturaleza, contrariamente a los otros animales –que nacen, si no completamente acabados, sí muchísimo más acabados que el hombre. Y las pruebas de esta condición inacabada, o inmadurez en el momento del nacimiento, son numerosas. Les doy algunas: la ausencia de pulgar oponible en los pies, la ausencia de sistema piloso, el hecho de que el sistema piramidal aún no esté terminado, que las paredes cardíacas no están cerradas, que el cráneo tampoco está cerrado, o la ausencia de dentadura de leche en el momento del nacimiento. Todas estas son pruebas de que el ser humano nace prematuro. Entonces, a partir de esta idea de la naturaleza inacabada del hombre, sólo hay algo que nos permite entender que este ser, que prácticamente fue abortado, sobreviva en el mundo: la única posibilidad es que este ser se complete por fuera de la naturaleza, en lo que hemos llamado Cultura. Ahora bien, en el centro de la Cultura, encontramos algunas grandes figuras en torno a las cuales se organizan todas las culturas –en una región y una época determinadas–, y entonces esta necesidad de terminación en la Cultura, organizada en torno a esta gran figura que podríamos llamar un gran sujeto (la que utilizando una terminología lacaniana nos remitiría a las figuras del Otro), es lo que caracteriza las consecuencias psíquicas y físicas de la neotenia. Hay que hacer notar que la humanidad ha conocido muchas figuras del Otro, aunque el bagaje natural con el que el hombre viene al mundo desde hace doscientos mil años sigue siendo globalmente el mismo, el pedazo de Cultura que se le agrega a este pedazo natural ha sido diferente a lo largo de distintas épocas. Entonces habría que considerar –y eso es lo que traté de hacer en mi último libro–, esta estructura que implica no solamente la presencia del Otro, sino que también cabría hacer algo así como una historia del Otro, o una historia de las figuras del Otro, y yo creo que si hiciéramos esto último estaríamos mejor armados para entender qué es lo que nos sucede ahora. Porque perfectamente podría ser que la postmodernidad esté caracterizada justamente por la desaparición de toda figura creíble del Otro, lo cual implicaría, por lo tanto, algunas preocupaciones para lo que le suceda a la civilización en el futuro.

–Si la teoría de la neotenia nos plantea a los seres humanos como inacabados, prematuros, implantados en ficciones, es decir, en creencias de Dios, la pregunta sería: si la postmodernidad presenta la posibilidad de la muerte de Dios y lo que ha venido a ocupar ese lugar es el mercado, entonces, ¿la oferta de las nuevas religiones es la existencia de un dios falso?

–No, yo creo que es en esta declinación de las distintas figuras del Otro que la humanidad ha conocido, donde hay que contar formas extraordinariamente diversas de la divinidad, o formas extremadamente diversas de lo que se da en llamar "el soberano", o formas muy diversas de lo que se podría llamar la soberanía. Piensen, por ejemplo, en la historia occidental, en la cual pasamos de la physis griega, los dioses de la naturaleza, el politeísmo griego, a todas las variedades del monoteísmo; pasamos a una forma de la teología política con la monarquía absoluta, luego pasamos a nuevas apariciones del soberano: el pueblo; así, por ejemplo Rousseau, en El contrato social, llama al pueblo "el soberano", y esa es una nueva forma de relación con un tercero. También conocimos formas de religión del arte, de religión política, por ejemplo Marx era alumno de Hegel, y en esta teleología de la Historia no es la realización del espíritu absoluto lo que estaba en el orden del día para Marx, sino el advenimiento de una sociedad sin clases, lo cual en el fondo está muy cercano al proyecto teleológico y lógico de Hegel. Por eso hablo del marxismo como de una teología política. Resulta que todo esto se desmoronó, entonces, efectivamente, por el momento, no tenemos nada más que el mercado que no mantiene sus promesas, y tenemos el regreso de falsos dioses. Entonces, claro, esta época es una época contrariada, difícil, decepcionante. Pero yo creo que se están buscando nuevas formas de soberanía, yo creo que la forma que apareció más o menos hacia 1800 en la época de la Ilustración no está completamente obsoleta, sigue estando a la orden del día, permite un verdadero milagro ¿Y cuál es el milagro? Que logramos transformar, en el curso de la Ilustración, las antiguas sumisiones a estas divinidades en nuevas libertades y también limitaciones a la imaginación trascendental. Este lugar del pensamiento era un lugar maravilloso porque era un lugar vacío, no lleno de tal o cual forma divina, sino una forma vacía en la cual la imaginación y el pensamiento tenían que realizarse. ¿Cómo pensar que esta forma derivada de dos mil años de filosofía pueda ser simplemente eliminada por algo tan rústico y grotesco como el mercado, a menos que ya no tengamos ninguna esperanza en los neotenos humanos? Yo creo que sí podemos conservar cierta esperanza, yo creo que hay muchas señales de la resistencia del sujeto a su destitución subjetiva.

–¿Cuáles serían esas señales?

–Son múltiples, no son sólo políticas. Por ejemplo, están en el sujeto que quiere seguir actualizando lo que sucede en él con su deseo, están en el sujeto que no cree que los objetos manufacturados del mercado van a cumplirle realmente lo que él quiere, contrariamente a lo que dice el mercado. El mercado dice: "Quiera usted lo que sea, nosotros se lo vamos a dar." Sabemos que esto deja completamente insatisfecho y que hay que elaborar algo para saber qué es lo que quiere uno de uno mismo, de los demás y cómo deseamos estar juntos. Entonces, por doquier encontramos resistencia: en donde todavía alguien se plantea esas preguntas, escribiendo un poema, elaborando una práctica que no responde simplemente al funcionamiento del mercado, cuando se entrega a una práctica artística, cuando se entrega a un psicoanálisis, al participar en movimientos colectivos de resistencia contra este orden de las cosas; todas estas son formas de resistencia del sujeto frente a su destitución subjetiva.

Traducción simultánea de Ángela Silva Ochoa

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2006/07/02/sem-muerte.html 13/02/2009