miércoles, 30 de enero de 2013

Contagio emocional

Constantemente solemos decir que al estar cerca de alguien que se encuentra en un estado emocional en particular (enojado, triste, contento, etc.) nos "contagiamos" de estas mismas emociones y esto nos lleva a tomar decisiones que tienen que ver con quedarnos al lado de dicha persona o alejarnos inmediatamente. ¿Pero qué de cierto tiene esto? A decir verdad, mucho. Las investigaciones recientes en materia de neurociencia han demostrado que el sistema límbico, centro de las emociones en el cerebro, a diferencia de otros sistemas, es un sistema abierto, que se encuentra influido por los estímulos externos, y que además está poblado por neuronas espejo que son capaces de imitar conductas e incluso emociones que observamos en el otro. Al comienzo de una interacción con otra persona, los ritmos corporales suelen ser distintos, con contenidos emocionales diferentes, pero al cabo de unos minutos de contacto por medio de los sentidos, nuestro cerebro comienza a captar inconscientemente los gestos, posturas, ritmo de voz y todas las variaciones del lenguaje corporal en el otro, gracias a esto, los ritmos corporales tienden a ser similares. A este fenómeno se le denomina "mirroring" o contagio emocional, y en Inteligencia Emocional puede ser utilizado para promover en los otros emociones positivas a partir de hacer consciente que mi propio estado de ánimo puede influir en el otro, y a la vez, al darme cuenta de que los otros pueden influir de igual forma en mi, por lo que puedo detener el contagio de emociones negativas que observo en el otro. Una persona con un alto grado de habilidad para lograr lo anterior, se vuelve alguien capaz de moldear los ambientes relacionales en los lugares donde se desenvuelve, se convierten en promotores de ambientes positivos que mejoran la forma en que nos relacionamos. Toma lo anterior en cuenta cada vez que te topas con alguna persona que tiene la capacidad de influir emocionalmente en ti, recuerda que puede ser un proceso de dos vías, esto te ayudará a mejorar aquellas relaciones que te generan algún conflicto, tanto en casa, como en el trabajo. Aprende a ser feliz, aprende Inteligencia Emocional.

miércoles, 16 de enero de 2013

Secuestro emocional

Seguramente has pasado por una situación en la cual tienes reacciones muy emotivas que no logras controlar, ataques de ira o miedo tan fuertes que te impiden pensar con claridad. Daniel Goleman llama a estas situaciones "SECUESTRO EMOCIONAL". Permíteme explicarte brevemente por qué sucede esto:

Toda la información que nos llega de la realidad es captada por nuestros sentidos (tacto, gusto, olfato, vista, oido) y son enviadas a la parte "razonante" de nuestro cerebro llamada corteza cerebral, que transforma la información y la clasifica para lograr reaccionar de la forma más adecuada. Sin embargo, esta información pasa también a ser revisada por otra parte de nuestro cerebro, el sistema límbico, que podríamos llamarle también "cerebro emocional", ya que aquí es donde se crean las respuestas emocionales que tenemos, y que son lideradas por la amígdala cerebral, que en el momento en que detectan una situación de estrés o de amenaza, producen una reacción química de péptidos y hormonas que irrigan la corteza cerebral, "secuestrando" entonces, nuestra capacidad para pensar y resolver los problemas con claridad. El efecto de dichos químicos es tan poderoso que pueden llegar a tomar el control por completo de lo que hacemos, dando lugar a reacciones no apropiadas para la situación.

No a todas las personas les sucede con la misma frecuencia ni la misma intensidad, pero lo que sabemos es que los secuestros emocionales pueden ser evitados a través de la Inteligencia Emocional, logrando una gestión emocional que nos facilite encontrar salidas menos drásticas para nuestras emociones.
Pero, ¿cómo puedes identificar si estás siendo presa de un secuestro emocional?, toma en consideración los siguientes puntos:

– Sientes una reacción emocional muy fuerte.
– Todo es muy rápido y se te escapa de las manos.
– Intuyes que después del secuestro emocional te darás cuenta de que la reacción no era apropiada, que era desmesurada.

Es importante que tomes en cuenta lo anterior para mejorar la forma en que resuelves tus problemas y te relacionas con los demás. "Aprende a ser feliz, aprende Inteligencia Emocional"

lunes, 7 de enero de 2013

¿Puede una persona cambiar, cambiar de verdad?

Mientras estábamos en sesión una de mis pacientes me hizo precisamente esa pregunta, ¿puede una persona cambiar, cambiar de verdad?, se mostraba muy angustiada pues su relación de pareja no iba como ella esperaba. He escuchado muchas veces la misma pregunta planteada de distinta forma no solo en pacientes, sino también, en familiares, compañeros, etc. Esto me hace reflexionar sobre el concepto que la mayoría tienen sobre el cambio, pues parece ocupar gran tiempo de la energía de las personas en todos los ámbitos de su vida, trabajo, hogar, pareja, hijos, amistades, etcétera. Pedimos continuamente a los demás que cambien, y nos piden a la vez que cambiemos. Pero, ¿es tan sencillo como pedirlo?, evidentemente no, y seguramente lo sepas muy bien pues muchas veces te has visto en una situación en la que has pedido a alguien que modifique un aspecto de su personalidad que te hiere o te disgusta sin resultado alguno, o tal vez te has esforzado hasta el cansancio tratando de cambiar algo de ti que te han dicho que no es agradable sin poder lograrlo. Aquí entonces retomamos la pregunta inicial para cuestionarnos si realmente se pueden lograr cambios profundos en la personalidad o no. Mi paciente se contestaba a sí misma que era posible, pero al menos no es posible cambiar nuestra esencia, y no podría estar más de acuerdo, aunque lo complicado es precisamente entender lo complicado que es conocer la verdadera esencia de quienes nos rodean.
Distingo entonces, dos tipos de cambios en las personas, uno que llamo el "pseudocambio", se trata de la intención de cambiar que se basa en la exigencia ya sea del contexto o de alguien más, cuando alguien más nos pide que cambiemos pero en realidad no creemos en ese cambio, solo lo hacemos porque nos lo piden, porque no queremos perder el cariño de la pareja o que nuestros amigos nos dejen de hablar. Pero el pseudocambio, al no partir de una necesidad propia sino impuesta, es artificial, temporal, a final de cuentas, cada vez que intentamos cambiar, consciente o inconscientemente, se genera una frustración, pues no nos sentimos cómodos cambiando algo que nos gusta en nosotros mismos; decimos que sí, queriendo decir no, y eso tiende a quebrar nuestro fallido intento de cambiar. Es por eso que cuando alguien más nos pide cambiar nos es tan difícil, por temor al rechazo o al abandono prometemos que cambiaremos, pero somos incapaces de decir ¡no quiero cambiar, esa necesidad está en ti, no en mi!. Se podría pensar que es algo egoísta decirle a alguien que no estamos dispuestos a cambiar y que debe aceptar eso como parte de mi. No quiero que se piense que invito a actitudes como la frase que dice "soy así, así nací y así me moriré", al contrario, el pseudocambio no es el único tipo de cambio. Existe también el "cambio empático", que se da en el momento en que observo que me es necesario modificar algo pues me estorba, daña a los demás o me daña a mi mismo. Puede partir de una petición que me hacen de cambiar, pero a diferencia del pseudocambio, no lo hago por temor al abandono o al rechazo, sino por una firme creencia de que quiero cambiar porque eso ayudará a que los demás se sientan bien estando conmigo. En una relación donde existe una comunicación efectiva y afectiva, seguramente haya más posibilidades de que se de un cambio empático, cuando tengo la capacidad de escuchar con toda mi atención las necesidades del otro, poniéndome "en su lugar", preguntándome cómo debe sentirse conviviendo con esa parte de mi que no le gusta, que le causa dolor, será más sencillo lograr ese cambio empático, y si no quiero, si es algo de mi que no estoy dispuesto a cambiar, tendremos entonces que ser completamente honestos con nosotros mismos y decir que no deseamos cambiar.
Algunas personas que me han escuchado decir esto me preguntan si acaso entonces tienen que aguantar a un marido alcoholico, a una madre controladora, a una novia celosa y posesiva, si ellos les dicen que no quieren cambiar. Como en todas las relaciones humanas, a final de cuentas la decisión es propia, no puedo más que expresar, sin exigir, que hay actitudes en esa persona que me causan daño o me molestan, siendo auténticamente sincero desde mi experiencia emocional, no con la intención de manipular en mi propio beneficio. Y si a pesar de ello mi petición no es respondida, entonces valoraré si deseo estar en dicha relación o no, y si decido quedarme a pesar de lo que no me gusta, asumir las consecuencias. A final de cuentas, como dice Sergio Michell, el éxito de cualquier relación se basa en una premisa muy sencilla, que si entendemos en toda la amplitud que posee nos será de gran ayuda: "No necesito cambiarte para quererte".

sábado, 5 de enero de 2013

¿Estamos destinados a repetir los errores se nuestros padres?


Es cierto que muchas de las conductas, actitudes y creencias que traemos con nosotros son patrones que "heredamos" de nuestros padres, es decir, considero que desde que somos pequeños observamos la forma de comportarse de nuestros padres y mucho de ello lo asimilamos como verdades irrefutables. Existen herencias invisibles mucho más profundas que otras, que se encuentran a nivel inconsciente y no nos es posible identificar fácilmente, que se activan de forma automática y funcionamos tal cual lo hizo mi padre o mi madre.


Sin embargo, también creo que esto no es determinante, ¿si mi padre fue alcoholico toda su vida eso me hace a mi un alcoholico? ¿Si mi madre me golpeaba constántemente yo golpearé a mis hijos de la misma forma?, claro que estaremos más expuestos, pero de eso a que estemos "destinados" a ser como ellos hay una gran distancia. Me gusta creer que cada persona es quien quiere ser, independientemente de las experiencias y circunstancias que conforman su historia, todos tenemos la potencialidad de convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.

Aunque, como diría Rogers, tendremos que tener las condiciones necesarias y suficientes para que se realice el cambio, para que decidamos hacer las cosas de forma distinta a como lo hicieron mis padres, y esto se trata de una búsqueda personal, que parte de darme cuenta de qué es lo que quiero en mi vida y qué no. Como padres no podemos más que preguntarnos si lo que hago para educar a mi hijo le servirá para ser una persona independiente y con alto sentido social, a final de cuentas, tal como yo, mi hijo también posee la libertad de decidir qué de todo lo que ve en mí le sirve en su camino, aunque eso signifique ser distinto de mí.
No puedo sino confiar en su capacidad de vivir su propias experiencias de forma responsable, y nunca tratar de imponerle algo que no le pertenece, ni mucho menos culparlo por no cumplir con las expectativas que de mi hijo he formado injustamente.