sábado, 14 de febrero de 2009

Neotenia: génesis de la transferencia en el sujeto


Desde que Freud se avanzaba en sus investigaciones y a medida que se aventuraba con paso firme en los oscuros dominios del inconsciente se iba encontrando con muchos de los conceptos que hoy en día son esenciales para entender la estructura de la psique humana. Cuando se encontró de frente con el fenómeno de la transferencia temió que en ella se encontrará uno de los más grandes obstáculos para encontrar el camino hacia la cura, sin embargo, esa visión cambió radicalmente a favor del análisis. Sin embargo, el enfoque que se le ha dado difícilmente se aventura a salir de los procesos del análisis. A pesar de esto las relaciones de orden transferencial que se presentan en el sujeto son bastas y no de menor importancia que la que se establece con el analista.
Estudiar la transferencia desde la perspectiva de la neotenia no es un tema muy profundizado por el psicoanálisis ni por la psicología, no se pretende decir que nunca se haya tratado pues Lacan se sirvió de este mismo concepto para teorizar el estadio del espejo que seria una de sus más importantes contribuciones. Por lo tanto situar al hombre como un animal neoteno nos permite entender más sobre la necesidad de la raza por servirse de la transferencia así como también comprender más a fondo el enfoque de la constitución del sujeto en la neurosis. Si el hombre es un animal lanzado al mundo de manera prematura, será necesario el cuidado de la madre hasta que obtenga la maduración biológica para sobrevivir, este cuidado minucioso y prolongado desemboca en un detenimiento del desarrollo biológico, inevitablemente a costa de una perdida de la identidad biológica que nos caracterizaría como especie en un lugar de la naturaleza.
Ilusoriamente el hombre cree dominar el mundo, esta ilusión, creada por si mismo es el resultado con que el ser humano se ha encontrado por separarse de su posición original en la naturaleza, posición que cualquiera desconoce. La invención de una segunda naturaleza correspondiente a la psíquica actúa como una barrera invisible entre la raza humana y los demás animales que habitan este mundo, sin embargo esta barrera invisible actúa como un no saber, un desconocimiento de nuestra originalidad como raza. Esto viene a representar una confusión que como es sabido, no se puede separar mente y cuerpo, yo y ello, pulsión e instinto, cuya consecuencia adentra al hombre en la ilusión de su ser. Esta segunda naturaleza es todo lo que puede verse y puede hablarse, el hombre esta encapsulado en ella cuyo escape es ya inevitable.
Es a través de esa memoria que se le imprime al sujeto desde el momento en el que nace, prematuro e incompleto, que surge la necesidad de recopilar todos los atributos y características de las que se carece, precisamente, es mediante las relaciones transferenciales que se busca absorber todas esas habilidades que el otro si posee. El hombre neoteno instintivamente necesita sobrevivir, para ello se sirve de la transferencia, las bases de la existencia las tiene el otro, el semejante lo que es más parecido a él y que también se ha servido de las mismas bases para coexistir. El saber lo tiene el otro cuya semejanza da confianza y de su impariedad resulta la agresividad.
El hombre se vuelve así un animal solitario carente de identidad biológica, cuyo hueco deja en el ser una búsqueda interminable de completad que nunca alcanza por el hecho de que busca en el lugar equivocado, en el mundo del lenguaje. Este mundo instaura al hombre como sujeto, por el hecho de que se cuelga de el para construir y dar forma a la forma virtual de su vida.
Saberse un ser carente e incompleto no solo se traduce en buscar relacionarse con aquellos objetos que representan una figura de poder y completud, sino que también envuelve al sujeto en una necesidad constante de demostrar a los demás que él tiene características superiores y que buscará cada momento posible para este fin. Competencia constante en cada aspecto de la vida diaria que puede tener como punto de origen el complejo de Edipo en el que el neoteno se da cuenta que la competencia con padre es de hecho una empresa cercana a lo imposible, debido a las diferencias abismales entre lo que neotene no posee y todo aquello de lo que el padre hace gala, características de una independencia y poder absolutos que el neoteno envidia, ya que él en su incapacidad siquiera de valerse por si mismo, en una humillante comparación con el padre, terminara desistiendo en su empresa.
No solo eso, sino que un complejo inherente a toda la humanidad se verá también reflejado en la necesidad constante de demostrar que somos superiores al resto de las especies que habitan sobre la tierra, presumiendo de habilidades que han surgido de la desesperación de ser incapaces de sobrevivir con solo las habilidades biológicas como las demás especies, con precarios intentos de adaptarse al medio, como lo hacen las demás especies, han tenido que desarrollar tecnología que adapte al medio a sus necesidades. Han utilizado también la religión como un medio para aliviar su ansiedad al saberse seres incompletos, la idea de un dios que ha creado al ser humano como la máxima expresión del poder que posee, como en la religión católica, deja sin lugar a dudas al ser humano por encima de las demás creaciones inferiores, por lo que la transferencia que se da hacia ese Otro que es la religión es uno de los ejemplos más notables de la búsqueda constante en la que se encuentra el ser humano por encontrar “aquello” de lo que carecen.


CARTAS PARA LA SOBREVIVENCIA

Ubicar a la neotenia como origen y punto de partida de la transferencia en el sujeto nos lleva a un análisis de la obra de Dany Robert Dufour “Lettres sur la natura humaine à l’usage des survivants” (Paris, 1999) sus teorías sobre la neotenia sirven para justificar la idea del humano como un ser de esencia prematura basada en características biológicas y ontogénicas, pero es a partir de el estudio de estas cartas que Dufour escribe sobre la neotenia, desde una perspectiva filosófica que describe la repercusión que tiene el estado neoteno en el ser humano en su vida anímica, la relación estrecha que existe entre las características neoténicas en el sujeto y la invariable necesidad de búsqueda en el otro de aquellas características que le son ajenas ,y utiliza como medio para este fin a la transferencia.

La incompletud del sujeto

Refiriéndose al hombre en su constitución biológica Dufour (1999), se utiliza a sí mismo para describir una serie de características que le son propias a toda la humanidad en donde menciona: “salí demasiado pronto, prematuro, ni hecho ni por hacer, tan poco acabado que habría debido fallecer, sin dejar huella.” Basado en la observación de primates, en los que su desarrollo y características animales son las que más se asemejan al hombre, Dufour nos muestra la inmadurez biológica que posee el hombre, pues este es lanzado al mundo cuando aun no es apto para sobrevivir por sí solo, características tales como particularidades fisiológicas, capacidad motriz, carencia de habilidades para proveerse por sí mismo de alimento y un pobre desarrollo sexual. El hombre tarda mucho tiempo en afinar estas características para lograr sobrevivir por sí solo ya que está condenado a mantener una total dependencia con la madre hasta ya muy avanzada su existencia.
Basándose en los escritos del biólogo Bolk, sobre la neotenia en el hombre Dufour menciona “(...) el maravilloso acto de haberse erguido y haber contemplado las cosas desde lo alto gracias a esta posición dinámica erecta que me orgullece tanto a mi como a mis congéneres, verás que esta verticalidad esencial que me hizo mirar al sol y las estrellas es simplemente un carácter consecutivo de la fetalización” (Dufour, 1999). El trabajo de Louis Bolk, menciona que el hecho de que el ser humano se mantenga en pie no se debe a un carácter consecutivo de evolución, sino por el hecho de que éste mantiene su estado fetal a lo largo de su vida a consecuencia de un estancado desarrollo que vuelve mas lento el desarrollo biológico a corto plazo. Bolk menciona “el retardo del desarrollo tiene como consecuencia que dos generaciones consecutivas permanezcan juntas por mucho mas tiempo” (Dufour, 1999), consecuencia que llevó al ser humano a atenerse en su condición actual y escribe lacan que “el inacabamiento orgánico se suple con una experiencia decisiva de naturaleza psíquica, en el proceso de formación del individuo” (Dufour, 1999), de esta manera el carácter biológico del hombre, al verse detenido en su desarrollo, provoca una sustitución imaginativa o simbólica en su lugar, acto que lleva al hombre a vivir en un mundo de irrealidad o ficción, una segunda naturaleza se construye, una segunda naturaleza que sustituya a la primera, la cultura.
El ser humano bajo la necesidad de categorizar entre lo que se es en sí y lo que no es él, se ha llamado a sí hombre y categoriza como animal lo que le es diferente, pero en estos dos existen algunas características particulares. Dufour describe al animal como un ser que concentra toda su fuerza e instinto en el momento crucial: “toda su existencia se moviliza en el instante. Nunca es cogido en falta y de hecho, si lo fuera por medio segundo, allí dejaría sus plumas o su pellejo. Habita totalmente el instante. Sabe plenamente utilizar su equipo en el momento crucial.” (Dufour, 1999). Nunca es cogido por sorpresa por la naturaleza, sabe lo que tiene que hacer y utiliza toda su destreza y atención en hacerlo en el preciso momento.

El animal es finito, finalizado, sabe lo que tiene que hacer, donde y como hacerlo y cuando tiene cita con su objeto, presa o partenaire. Esta absolutamente presente en el espacio tiempo del encuentro (…) integralmente presente en el presente inmediato del instante. (Dufour, 1999)

El hombre, a diferencia del animal, su existencia esta basada en las experiencias pasadas o en las expectativas del futuro, su concentración no permanece en el presente.

Heme entonces neotene, perteneciente a una especie que se constituyó a partir de una subramificación, incapaz de llegar nunca al estado adulto. Ojo, soy muy bueno para fracasar: en mi, los rasgos normalmente transitorios del carácter juvenil se han vuelto definitivos. Por tanto, no soy solo un ser juvenil, sino un ser juvenil que ha llegado a ser capaz de transmitir esos caracteres de juventud normalmente transitorios. (Dufour, 1999)

Cabe destacar que Dufour concibe al hombre como un ser con una enorme capacidad para el fracaso. Entendemos entonces que el ser humano, en su historia, ha fracasado en su intento de adaptarse de manera natural a su entorno, incapaz de sobrevivir del modo en que el resto de los animales lo hacen, tiene como única salida construir un entorno artificial en el cual su inmadurez se oculta. Por esto, el ser humano es de naturaleza fracasante, así pues, él mismo entiende que la perfección es algo que se encuentra distante de sí mismo y recurre a las relaciones transferenciales para absorber de los demás todo aquello que no le pertenece.
También destaca la capacidad del ser humano como un ser juvenil que es capaz de transmitir esos caracteres juveniles, es decir, hereda a sus descendientes una mediocridad adaptativa, les enseña a aceptar su condición de incompletos por un lado y por el otro les muestra que su única salvación para que el ser humano no desaparezca es la creación de cultura. ¿De que depende el anclaje del ser humano como una especie neotene?
Bolk (1950) menciona que “el retardo del desarrollo tiene como consecuencia que dos generaciones consecutivas permanezcan juntas mucho mas tiempo.” Es decir, en la especie humana es necesario, después del nacimiento, permanecer al lado de la madre durante más tiempo del necesario, mientras que una cría de ciervo puede caminar desde que es expulsado del vientre materno y esto le da la capacidad de ser independiente en un alto grado, en el ser humano es necesario que el menor dependa de sus padres por muchos años, ya que, además de la dependencia biológica en los humanos, se ha creado una dependencia social, misma que incrementa el tiempo que se debe permanecer al lado de los padres para poder lograr la tan ansiada independencia, esto depende de cada cultura, pero en nuestra cultura occidental el mínimo de tiempo aceptado para que un menor abandone a su familia va de los diez y ocho hasta los veintiún años. Pero, a pesar de que pudiera existir una separación física de los padres, existe una dependencia aun mayor que la biológica y la social, se trata de la dependencia psíquica del ser humano, Se demuestra entonces como el ser humano ira cargando con una dependencia psíquica heredada por sus padres, cada acto que realice en su vida será un reflejo de aquellas experiencias vividas bajo el seno materno, creando los padres en el menor, en sus etapas mas tempranas, una dependencia que acudirá a él a manera de transferencia. Sin embargo el ser humano al encontrarse desprovisto de aquellas características propias de los padres y con una visible inmadurez biológica, se da a la tarea de sofocar su desarrollo orgánico creando en su génesis colectiva un paradigma que hace creer a toda la especie que en realidad son seres de perfecta concepción y de naturaleza superior al resto de las especies.
Podríamos pensar que el hombre, en determinado momento de su historia, detuvo el proceso evolutivo natural de las especies debido a que encontró en la cultura la manera de superar aquella inmadurez que le posee, y que gracias a los beneficios que le da su cultura recién construida, aparta entonces la vista de la evolución orgánica, para dar paso a la creación de tecnología que le facilita pensarse como la especie dominante. Sin embargo, permanece en su inconsciente, aquella necesidad nunca satisfecha de seguir evolucionando para llegar a ser capaz de sobrevivir a una naturaleza que le exige separarse de su preciada cultura, esta necesidad acarrea deseos desconocidos que difícilmente pueden ser satisfechos, crea vacios que deben llenarse con todo aquello a lo que los humanos pueden aspirar, amor, poder, y a todo aquello a lo que quiere pero no puede llegar, inmortalidad, dios.


Génesis de la transferencia

Es así que fue necesaria la instauración de una segunda naturaleza, una segunda que le convierte en alfa y omega, en principio y fin y en lo que nunca se es, una segunda naturaleza que es regida por la primera y no escapa. Desde un principio el hombre se ha servido de otro ente a lo que su consideración indica que tiene aspectos que se pueden copiar para garantizar la sobrevivencia: “no, no fue con mis cualidades que supe enfrentarme al animal. Fui utilizando las suyas (…) lo que utilizo contra el animal son sus propios signos para confundirlo en su territorio (Dufour, 1999).
Esta aseveración es crucial para entender la relación que existe en la neotenia con la transferencia. Acorralado en su incapacidad, en su falta de habilidades físicas para lograr proveerse de la naturaleza como el resto de los animales, el ser humano se ve en la necesidad de copiar y reproducir las estrategias de las demás especies, habilidades y características que le son ajenas. Es así como el ser humano llega a transferir lo que necesita y que se encuentra ahí en las demás especies.
Dufour analiza similitudes en las culturas que dan cuenta de esta alternativa a la que se ve obligado a recurrir, en la que debe absorber al otro para poder suplir su falta y su incompletud,

“Esta práctica de incorporación puede observarse en todos los pueblos de la tierra. Me como en el otro lo que amo de él. (…) En tanto neotene solo puedo devorar los codiciados rasgos del otro. Cuando se está débil, hay que comer exactamente aquello que se quiere ser, es decir, lo que más se respeta y de lo que uno está desprovisto para absorber su potencia” (Dufour, 1999)

¿No es así entonces como opera la transferencia en la misticidad de sus adentros? No es acaso la figura del padre, la madre o una figura representante, aquella que ante los ojos ingenuos del neotene posee todas las características de un ser completo y que a través de una identificación con esta figura se fija en el propósito de verse completo como aquél. Acaso el sujeto no incorpora para sí las características que le son ajenas e indiferentes, y construye, a lo largo de su existencia, relaciones transferenciales en una repetición que delimita su necesidad de devorar lo que encuentre a su paso, tratando de llenar ese vacio al que le obliga su incompletud biológica, relaciones la pareja, con los pares y con la figura del analista, le atraen como abeja a la miel, sabe que en ellos se encuentra aquello de lo que el ha sido desprovisto, despojado desde el principio de los tiempos, impasivo ante la magnificidad de las demás especies, no le queda más que contemplar lo que cada vez le queda más lejano, más impropio.

Por que si me hubiera quedado hombre, me habría quedado neotene, incapaz de habitar el instante por ser no finito, no finalizado, por no tener ningún lugar a donde ir, ninguna cita con ningún objetivo del mundo, por no habitar en ninguna parte. (Dufour, 1999)

La transferencia entonces encuentra sus orígenes en la neotenia, como un desencadenante que activa en el ser humano una búsqueda frenética por encontrar en el otro (y en el Otro) cada una de las finas piezas que han sido robadas del gran rompecabezas en que se encuentra atrapado, atrapado por destino en una inmadurez constante y sin salida, ha encontrado sostén en una segunda naturaleza, que habita y gobierna, en donde se protege de la amenazante naturaleza y es una ideal trampa para atraer a sus presas, utilizando como carnada sus afectos de transferencia.
En palabras del mismo Dufour:

Y cuando se está desprovisto totalmente, hay que comerlo todo, y es así como se llega a ser omnívoro, es decir, un ser dotado de una omivoracidad para todos los rasgos de potencia que no tiene. Si fui un gran cazador de jaguares fue entonces para llegar a ser jaguar yo mismo. (Dufour, 1999)

La analogía que Dufour hace del cazador de jaguares encaja perfectamente con la experiencia transferencial, si se quiere ser un humano completo se deben cazar todas las relaciones con una figura de poder que brinden al neotene un jugoso manjar que irá completando poco a poco su ser, y suplirá esa carencia física por una mimetización con aquello que se quiere ser, conformado en su psique por aquello que se devoró y que será, hasta la muerte, un clisé que orillará a una búsqueda repetida de características idénticas en esencia, aunque se trate de presas diferentes.

El lenguaje del neotene

Es necesario ahora examinar la importancia del lenguaje en la construcción del sujeto neotene, ya que al igual que la cultura surge a partir de el estado inacabado en que el ser humano se encuentra, el lenguaje se forma con el mismo fin, proteger al neotene de la naturaleza.
El hombre no habita el tiempo actual, él se ha convertido en una anticipación del futuro y un recuerdo del pasado, sin embargo la necesidad de hablar sobre lo que le aconteció y lo que le está por suceder hizo necesaria la creación de un lenguaje que le permitiera esta comunicación, este lenguaje tiene la característica peculiar de hablar de las cosas cuando están ausentes en una forma de representaciones simbólicas que remitan a un objeto o situación en particular, tal como lo menciona Dufour “el lenguaje es aquello gracias a lo cual las cosas ausentes pueden traerse al presente, es decir re-presentarse.”(Dufour, 1999), es mediante el lenguaje que el hombre no habita el tiempo en el instante, pues la función de este es representar las cosas ausentes donde el hombre refiere siempre a cosas que han pasado y sucederán en algún momento, es el lenguaje el que introducirá en la percepción, un disfraz del deseo, pues el deseo esta representado en el lenguaje. En este caso podemos referir que fue mediante la neotenia que el hombre puede referir un lenguaje que tiene como función llenar la falta, exiliándose el hombre mismo de la naturaleza primordial e inventando una naturaleza virtual en función de sus carencias.

Es ahí donde ahora habito, ya no en el territorio natural, sino en el territorio de los signos que los neotenes no dejan de modular, de encadenar y de intercambiar entre ellos (…) la especie neoténica, compuesta como tal por seres inacabados e incapaces de habitar el verdadero mundo, se creó pues un segundo mundo, sustitutivo gracias al lenguaje. (Dofuor, 1999).

Por lo tanto es el lenguaje el que nos convierte en sujetos, es el lenguaje quien disfraza los deseos y nos los muestra imperceptibles para la conciencia, es el lenguaje quien hace hablar al hombre de lo que no es, menciona Dufour “siempre tengo que presentarme en el transcurso mismo de las representaciones que doy. Hablo con la obligación de tenerme que mostrar que soy el sujeto de la representación, de la ficción o del espejismo que creo.” (Dufour, 1999),
Para convertirse una persona en sujeto tiene que ser atravesado por un orden de situaciones que lo lleven a eso, es verdad que desde el momento del nacimiento se esta instaurado en el mundo del lenguaje pero esto no es suficiente, tiene que existir una ley que nos obligue a utilizar de forma concisa el lenguaje bajo un orden que nos enmascara una falta y que el discurso rodeara dicha falta por el hecho de que no se puede acceder a ella.

Por Ruiz-Bautista

2 comentarios:

  1. Entiendo que se exagera. como toda teoría nueva o renovada se trata de explicar todo el fenómeno humano a través de ella. Que es un impacto y explica lo sustancial del ser humano la Neotenia no puede explicar todo lo humano. Es muy valiosa esta neuva perspectiva, peron no es omniexplicativa.
    Raúl

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  2. muy buena la publicasion hecha


    espero 1 nueva pronto

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